NUEVA YORK, domingo, 8 octubre 2006 (ZENIT.org).- Las estructuras familiares y el papel de los progenitores están quedando redefinidos dejando de prestar la suficiente atención a las necesidades de los hijos. Esta es la advertencia de un informe publicado recientemente, en el que se describen las tendencias mundiales en la legislación familiar y en la tecnología reproductiva.
«The Revolution in Parenthood: The Emerging Global Clash Between Adult Rights and Children’s Needs» («Revolución en la paternidad: el emergente choque global entre los derechos de los adultos y las necesidades de los hijos) ha sido publicado por la Commission in Parenthood’s Future.
La comisión «es una organización independiente y no política de expertos y líderes», activos en el área de la familia, según una nota de prensa de la página web del Institute for American Values. El instituto, con sede en Nueva York, es una de las organizaciones que están detrás de la comisión.
La autora del informe es Elizabeth Marquardt, miembro de la comisión y autora del libro «Between Two Worlds: The Inner Lives of Children of Divorce» («Entre dos mundos: las vidas íntimas de los hijos del divorcio»). El informe registra que las tendencias mundiales en la legislación y en las tecnologías reproductivas están redefiniendo la paternidad de forma que se piensa antes en el interés de los adultos que en las necesidades de los hijos.
«El modelo de paternidad de dos personas, padre y madre», indica, «se está cambiando para adecuarse a los derechos de los adultos en vez de a las necesidades de los hijos a conocer a sus padres y ser criados, en la medida de lo posible, por una madre y un padre».
La revolución en la paternidad descrita en la publicación comprende varios temas: altos índices de divorcio; niños criados por un solo progenitor; el uso creciente de óvulos y esperma de donantes; el apoyo al matrimonio del mismo sexo; y las propuestas de permitir que los niños concebidos usando esperma y óvulos de donantes tengan tres progenitores legales
Una revolución legal
El informe da algunos ejemplos de los cambios legales de gran envergadura en la familia, introducidos con frecuencia sin un profundo debate:
–En Canadá, la ley que permitió el matrimonio del mismo sexo también incluía una disposición que eliminaba el término «padre natural» de la ley federal, reemplazándolo por «padre legal». Con dicha ley, el lugar donde se define quiénes son los padres de un niño ha pasado de forma precipitada de la sociedad civil al estado, con consecuencias todavía por conocer.
–En España, poco después de la legalización de los matrimonios del mismo sexo, el gobierno cambió el formato de los certificados de nacimiento de todos los niños. En el futuro se leerá «progenitor A» y «progenitor B» en lugar de «padre» y «madre».
–En las directrices de la India para la tecnología de reproducción asistida, publicadas en junio del 2005, establecen que un niño nacido por medio del uso de esperma u óvulos donados no tendrá ningún derecho a saber la identidad de los padres genéticos.
También existe presión para otros cambios más radicales.
–En Nueva Zelanda y Australia, las comisiones legales han propuesto permitir que los niños concebidos con el uso de esperma y óvulos de donantes tengan tres padres legales. Las propuestas no logran explicar qué sucedería si los tres padres rompen y litigan sobre el niño.
–Aumenta el apoyo de las influyentes comisiones legales y de catedráticos de derecho en Canadá y Estados Unidos para que se legalicen los acuerdos matrimoniales en grupo como la poligamia y el poliamor, que implica relaciones íntimas con tres o más personas.
–En Irlanda, una comisión sobre reproducción humana ha propuesto que las parejas que encarguen un hijo a través de una madre de alquiler deberían ser automáticamente los padres legales del niño, dejando a la mujer que entrega el bebé sin ninguna protección legal por si cambiara de idea.
Francia es el uno de los pocos países que resisten las acometidas para cambiar la legislación familiar. Un informe parlamentario sobre la familia y los derechos de los hijos, publicado el pasado enero, indicaba que «el deseo de un hijo parece haberse convertido en el derecho a un hijo».
El informe francés también recomendaba no legalizar el matrimonio del mismo sexo. Entre las razones que daba estaba la preocupación por la identidad y el desarrollo de los hijos cuando la ley crea una situación en la que hay «dos padres o dos madres» – lo que biológicamente ni es real ni plausible». El informe parlamentario insistía en la necesidad de una justificación médica para la procreación asistida, y que debería permanecer la prohibición de la maternidad de alquiler.
Los adultos primero
En «Revolution in Parenthood», Marquardt explica que los cambios en las estructuras paternales y familiares están llevando a un enfrentamiento entre los intereses de los hijos y los intereses de los padres. «Esta redefinición», advierte, «pone hincapié cada vez más en los derechos de los adultos a los hijos en vez de en la necesidad de los hijos a saber y a ser criados, en la manera de lo posible, por una madre y un padre».
«Una buena sociedad protege los intereses de sus ciudadanos más vulnerables, especialmente de los hijos», sostiene el informe de Marquardt. Pero la base misma de la institución se está redefiniendo de forma fundamental, con frecuencia de una forma que se orienta primariamente a los derechos de los adultos».
El hilo común en muchos de los cambios es alegado «derecho a un hijo». El deseo de un hijo es de hecho «una fuerza poderosa sentida en lo profundo del alma», admite Marquardt, y la incapacidad de tener un hijo propio suele sentirse como una enorme pérdida. «Pero», añade, «los derechos y necesidades de los adultos que desean tener hijos no son la única cara de la historia».
La adopción siempre ha estado al alcance de los padres que no podían tener hijos. Pero el uso de los métodos de reproducción asistida ha transformado la situación llevando a la separación deliberada de los hijos de sus madres y padres biológicos. La biología, obviamente, no lo es todo, observa el informe, pero al mismo tiempo importa.
Las estructuras familiares son también cruciales para los niños. Los estudios sobre las vidas de los hijos del divorcio muestran las consecuencias negativas para ellos, no consideradas suficientemente cuando se introdujo el divorcio libre.
La primera generación de niños concebidos gracias a donantes está alcanzando ahora la edad adulta. Fueron concebidos por parejas heterosexuales casadas usando esperma de donantes. Marquardt cita algunos casos de niños que ahora hablan del poderoso impacto en su identidad cuando los adultos conciben a propósito un niño con la clara intención de separar a ese niño de su padre biológico. Los jóvenes suelen decir que se les negó el derecho a conocer a sus padres biológicos.
De hecho, muchos de estos adolescentes y adultos están formando ahora organizaciones y usando internet para intentar contactar con los donantes de esperma y encontrar a sus medio hermanos concebidos con el mismo esperma.
Consentimiento
Un tema surgido de los hijos de donantes es que, en los procedimientos de tecnología reproductiva que intencionalmente separan a los hijos de uno o ambos padres biológicos, no se obtiene el consentimiento informado de la parte más vulnerable, el niño.
«Revolution in Parenthood» observa que en las últimas décadas ha surgido un fuerte consenso entre los científicos sociales sobre los beneficios del matrimonio para los hijos. La actual redefinición de paternidad, dice el informe, está reformando la cultura y los sistemas legales «de forma que llevan a incertidu
mbres más profundas sobre el significado de la paternidad y de la maternidad».
Por ejemplo, en Estados Unidos, al menos 10 estados permiten que a una persona, sin relación biológica o de adopción, y sin relación marital con ninguno de los progenitores del niño, se le den derechos y responsabilidades parentales como si fuera un padre psicológico o un padre de hecho.
«En la ley y la cultura, el modelo natural de dos padres, el modelo padre-madre está cayendo, reemplazado por la idea de que los hijos están muy bien con cualquier adulto al que llamen padre, mientras este sea una persona agradable», comenta el informe.
Estos cambios tendrán consecuencias de gran envergadura para la familia, los niños y la sociedad. «Aquellos de nosotros que estamos preocupados», concluye el informe, «podemos y debemos suscitar y llevar adelante un debate sobre las vidas de los hijos y el futuro de la paternidad».
P. John Flynn