MADRID, jueves, 12 octubre 2006 (ZENIT.org).- Un ideario compartido que defina la identidad de la televisión católica: es la «hoja de ruta» que se está trazando en el I Congreso Mundial de las Televisiones Católicas (http://www.congresomundialtv.com).
Organizado por el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, con la colaboración de la archidiócesis de Madrid, la cita reúne del 10 al 12 de octubre a cerca de trescientos participantes de medio centenar de países de los cinco continentes.
Miembro del Comité organizador internacional del congreso, el sacerdote José María Gil Tamayo -secretario de la comisión episcopal (española) de Medios de Comunicación Social- compartió con Zenit las metas de esta convocatoria.
–En este Congreso se busca crear o reforzar una red de televisiones católicas, pero desde el inicio se ha puesto especial énfasis en la identidad de éstas. ¿Se va a concretar este aspecto de alguna forma o una televisión católica de por sí goza ya de suficiente identidad?
–José María Gil Tamayo: Primero tendríamos que ponernos de acuerdo en lo que significa ser católico, qué rasgos mínimos de «denominación de origen» significan ser católico, y eso es lo que nos identifica y lo que va a posibilitar precisamente que se pueda hacer una red de televisiones católicas; el enganche precisamente entre una y otra es el calificativo de católico, y éste viene definido por la naturaleza de su pertenencia a la Iglesia, de sus objetivos, de sus fines y de los compromisos que adquiere, y ello plasmado de manera básica en un ideario que sea común a todas las televisiones católicas y que incluya la adaptación también a los diversos lugares, a los diversos formatos televisivos.
Es decir, en definitiva lo que tratamos de conjugar es unidad en el calificativo de católico, con diversidad dependiendo de los formatos, de la procedencia, de los países, de los continentes, de los soportes, de los géneros televisivos; pero la unidad para fomentar la diversidad, nunca en contraposición.
Y al mismo tiempo esto hará que nos identifiquemos en un objetivo común, que es la razón última por la que la Iglesia tiene medios de comunicación social, y es su misión evangelizar ahora de forma explícita en las televisiones más temáticas, religiosas, y de forma implícita en un ideario de inspiración cristiana de una concepción de la vida, de la sociedad, del hombre, de Dios, que es la que propone el cristianismo en un universo ahora lleno de propuestas de mensaje.
–Un ideario común a todas las televisiones católicas, un ideario expreso, ¿es el fruto que se espera de este congreso?
–José María Gil Tamayo: Es uno de los frutos; concordar en lo que nos es común, agradecer y aprovechar lo que es diverso también para enriquecernos, éste es el gran logro de este congreso, y eso provocará esa conjunción que ha hecho siempre posible la Iglesia, la unidad –somos Iglesia-, pero es local, es diversa también en cada lugar, con las características de los hombres y las mujeres de ese lugar, de ese tiempo, con su cultura; pero la Iglesia interviene, muestra el Evangelio para que sea fermento.
Un ideario, un calificativo de católico, la naturaleza católica, no puede reducirse sólo a unos programas específicamente religiosos o a una televisión exclusivamente temática, sino que tiene también que informar de forma transversal, haciendo interesante esa propuesta de sentido cristiano sobre el hombre, la mujer, sobre el matrimonio, sobre la familia, la vida, la economía, etc., sabiendo que no hay una única solución católica a la pluralidad, no hay una única solución católica a lo que es opinable o al orden temporal, pero sí mostrando en ese amplio ideario todas esas posibilidades de variedad en la unidad.
–Y este instrumento, el ideario, ¿cuándo estará disponible?
–José María Gil Tamayo: Hay que partir de una cosa: el ideario no es la solución ni es tampoco una especie de vigilancia o constricción de la libertad. Al contrario: es el que marca para el emisor su naturaleza, su objetivo, su hoja de ruta, sus fines. Segundo: para el espectador, para el televidente, le genera una confianza y se establece un «pacto de lectura» entre la identidad confesada del que emite y los rasgos reconocibles por el telespectador y por el conjunto de los medios en una televisión que tiene que ser católica. Ese ser católica significa también que la Gracia no anula la naturaleza, la presupone; que sea una televisión competitiva, una televisión interesante, una televisión profesional.
–De los trabajos del Congreso, de las aportaciones de los ponentes y de los participantes, ¿cuáles percibe que son los rasgos fundamentales de ese ideario compartido?
–José María Gil Tamayo: Ese ideario compartido pasa por la claridad en la pertenencia eclesial, en la adhesión a la doctrina cristiana, a los principios cristianos, a la cosmovisión cristiana, cuyo garante es el Magisterio de la Iglesia, y también por una aceptación inequívoca de la diversidad. Esto es fundamental.
En cuanto a los compromisos, son los compromisos éticos de la Doctrina Social de la Iglesia, de la defensa de la dignidad humana, de la defensa del bien común y de la construcción de ciudadanía que en cada lugar una televisión católica tiene que aportar.
Se ha oído en este congreso que el sentido de servicio social parece ser que va perdiendo juego en los medios públicos; la Iglesia tiene que seguir prestando a la ciudadanía, a lo mejor, esos servicios que dejan otros, pero que son los que realmente construyen sociedad desde una televisión que forma, informa y entretiene. Hace que los ciudadanos tengan elementos suficientes de juicio para sus decisiones libres y al mismo tiempo, según los principios cristianos, se une a los hombres de buena voluntad en las grandes causas de la humanidad, especialmente la de los que no tienen voz, y a la par construye también el Reino de Dios aquí, en este mundo.
–El ideario es, digamos, la «hoja de ruta» de las televisiones católicas. En la recta final de este congreso mundial, ¿qué otro aspecto desearía destacar de esta gran cita?
–José María Gil Tamayo: Considero que se puesto visibilidad a los numerosos entes televisivos de la Iglesia; poner visibilidad supone no sólo una colaboración formal, sino también real en cuanto ya se sabe qué personas están en esos medios, se intercambian experiencias, se establecen contactos, se dimensionan las realidades, y eso hace que la ayuda sea más eficaz, porque es la ajustada a cada uno tal como es.
También desearía destacar que el ideario no se puede quedar en algo que sea ideal; los idearios no pueden ser utópicos, tienen que ser motivadores, pero realizables. El ideario ha de trasvasarse a una hoja de estilo tanto de la Redacción como del ámbito empresarial de un medio católico y el ámbito publicitario, y tiene que ser seguido por un Consejo de Redacción, un Consejo Editorial que no sea una especie de comisario, sino que sea el garante para mantener realmente la razón de ser por la que la Iglesia tiene los medios, que no pueden ser fines en sí mismos.
[Entrevista realizada por Marta Lago – Zenit]