MADRID, sábado, 14 octubre 2006 (ZENIT.org).- Publicamos la ponencia «Tecnologías de la televisión: pasado, futuro y consecuencias», presentada por el padre Paul A. Soukup, Universidad de Santa Clara, en California, en el primer Congreso Mundial de las Televisiones Católicas clausurado el 12 de octubre.
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A pesar de una imagen popular – cultivada particularmente en los siglos XIX y XX – los inventos no ocurren sin un precedente. Los inventos, las innovaciones o la creatividad, o se construyen con ideas ya existentes o por expectativas o se mejoran por medio de nuevos usos de tecnologías ya existentes. La imaginación humana empieza con lo que ya conoce. Por ello, la mejor guía de la Iglesia para el futuro de la tecnología en la televisión reside en el pasado.
Usamos la palabra «televisión» para nombrar dos distintas pero estrechamente relacionadas cosas.
Antes que nada y más propiamente, «televisión» se refiere a un sistema de transmisión, un medio de proporcionar frecuencias de audio y video sincronizadas a receptores. En segundo lugar, por una especie de metonimia, la palabra «televisión» también se refiere al contenido transmitido por medio de este sistema.
Ambos han tenido una profunda influencia en la sociedad humana y este simple hecho hace la televisión un sujeto interesante de investigación. Además, ambos significados tienen un interés para la Iglesia en el estudio del futuro de la televisión, porque los dos significados y sus influencias se han hecho inseparablemente entremezclados en la mayoría de las mentes humanas. Pero deberíamos recordar que la tecnología provee los medios que permiten el contenido – incluso si el contenido tiene su prioritaria y no mediada historia. Así pues, cambios en la tecnología propagarán cambios en el contenido.
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Tanto las nuevas tecnologías de la televisión como las antiguas, ambas plantean cuestiones para la Iglesia y ofrecen oportunidades. Teniendo presente los peligros eclesiológicos y litúrgicos, por no mencionar los teológicos, así como la audiencia y las limitaciones tecnológicas, emergen diversas opciones atractivas.
1. La televisión digital o Internet ofrece un coste bajo en la distribución global de todo tipo de contenido televisivo. Consciente de las tensiones global-locales, la Iglesia no debe hesitar en hacer uso de ellas.
2. La televisión en Internet ofrece sistemas de almacenamiento y recuperación, archivados en servidores públicos. Aquí, también, encontramos una vía para llegar a la gente con los programas exactos que ellos buscan. Pero necesitamos mucha más investigación sobre el tipo de programación que desean.
3. La televisión en Internet ofrece la opción de múltiples formatos (30 o 60 minutos o programas más largos para verlos en casa, así como cortos de 30 o 60 segundos para aparatos portátiles). Los productores de la Iglesia deberían hacer uso de todos los formatos posibles.
4. En sus primeras etapas, la televisión en Internet todavía falla en la calidad de la producción. Los programas religiosos de buena calidad encontrarán audiencia.
5. En estas primeras etapas, los formatos de los programas para la televisión digital no han sido aún fijados. Es por ello que los productores religiosos tienen la oportunidad de influir en los géneros de los programas y en las expectativas de la audiencia. Aquí pueden explorar pequeños y alternativos medios digitales que podrían encontrar múltiples canales de distribución.
6. Puesto que los géneros narrativos tienen un poderoso mayor efecto en las audiencias, los productores religiosos tendrán que acercarse con mayor cuidado a este género, sobre todo considerando el exitoso acercamiento encontrado como «juego educativo» en el desarrollo comunicativo (Srampikal, 2006): Programación educativa que enseña a través del entretenimiento. Esta programación puede incluir juegos así como televisión tradicional (Para más ejemplos interesantes, mira los programas de Internet de la Sociedad Bíblica Alemana, http://www.dbg.de/channel.php?channel=67, y la Sociedad Bíblica Americana, www.newmediabible.org).
7. La televisión digital ofrece nuevas oportunidades para la comunicación corporativa de la Iglesia. Dicha comunicación podría referirse tanto a una comunicación interna como externa. Aunque las «relaciones públicas» pueden sonar como algo inapropiado para la Iglesia, la Iglesia necesita proclamar el Evangelio en todas las formas posibles.