Quito, 20 de octubre de 2006
MENSAJE DE LOS OBISPOS DE ECUADOR
ANTE EL ACTUAL PROCESO ELECTORAL
Los Obispos somos solidarios con el pueblo ecuatoriano con sus angustias y sus esperanzas; caminamos con la convicción de que Dios nos ama y lo manifiesta sobre todo en su Hijo Jesucristo. El homenaje que Dios Padre quiere es nuestro aporte para el progreso y la felicidad humana, anuncio del Reino de Dios.
Nos ha alegrado el comprobar que en general, el pueblo demostró una actitud responsable, pacífica y respetuosa en el desarrollo del proceso electoral el pasado domingo, 15 de octubre. La grande mayoría del pueblo ecuatoriano demostró civismo y responsabilidad democrática.
Renovamos el pedido que hicimos en nuestro comunicado del 10 de octubre al Tribunal Supremo Electoral diafanidad en todo el proceso, indispensable para garantizar el prestigio moral del elegido y la tranquilidad del pueblo ecuatoriano.
Ante la situación actual, en la que vamos a elegir a quien ha de gobernar nuestro país los próximos cuatro años, recordamos que, para que la elección sea responsable y garantice la estabilidad, es necesario que los candidatos presenten a los ciudadanos sus planes concretos a corto, mediano y largo plazo.
Ya que los dos candidatos finalistas se declaran cristianos católicos, esperamos que den, desde ahora, testimonio de servicio en sus planes, orientados por la justicia, la libertad y responsabilidad con el serio compromiso de cumplirlos.
Esperamos que los dos candidatos se comprometan en servicios concretos y posibles, señalando por qué, cómo y cuándo serán realizados; de esa manera los ciudadanos podremos evaluar si adelantamos, estamos detenidos o retrocedemos.
Con nuestros conciudadanos deseamos cambios profundos, necesarios para recobrar optimismo y acortar la enorme brecha entre ricos y pobres, produciendo más y distribuyendo mejor. Volvemos a recoger este deseo en las inquietudes, que creemos deben ser respondidas por nuestro próximo gobernante:
a. El acceso ágil de los enfermos pobres, también de los afectados por el VIH, a los servicios de salud.
b. El rescate de la moralidad pública, principalmente en lo referente a la eliminación de la corrupción en todos los niveles, de la pornografía, del consumo y tráfico de estupefacientes, y de la exigencia de coimas para contratos y trámites.
c. La atención a la familia y la defensa de la vida, sin condiciones, de modo que se evite la desintegración familiar y se defienda la vida desde el momento de su concepción hasta la muerte natural.
d. Una Educación de calidad en libertad para todos, haciendo respetar el derecho de los padres de familia de dar a sus hijos la mejor educación, de acuerdo a sus creencias y criterios, dentro de un marco nacional común, conforme lo proclama nuestra Constitución. Sin esta educación se alargará la brecha entre ricos y pobres.
e. Las políticas sociales, que lleven a mejorar la condición de los campesinos con diversas medidas como la legalización de tierras, mejorar la condición de los trabajadores y la promoción de las clases pobres y marginadas, que aseguren la estabilidad social y contribuyan, con generación de nuevas fuentes de trabajo, al crecimiento económico y al mejoramiento integral del pueblo ecuatoriano.
El cumplimiento de estos compromisos servirá para fortalecer nuestra identidad y sentirnos orgullosos de ella . Hay motivos para afirmar que una de nuestras pobrezas es la falta de aprecio de nuestra propia identidad de ecuatorianos. Este aprecio se hace más necesario para integrar nuestros valores con los de otros pueblos hermanos.
Pidamos al Señor de la Vida bendiga a nuestro pueblo y oriente el caminar de nuestra nación para el bien de todos.
Octubre 20 del 2006,
+Néstor Herrera Heredia,
OBISPO DE MACHALA
Presidente de la Conferencia
Episcopal Ecuatoriana
+Luis Antonio Sánchez,
OBISPO DE TULCÁN
Secretario General de la Conferencia
Episcopal Ecuatoriana
Quito, 21 de septiembre de 2006
MENSAJE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ECUATORIANA
ANTE LAS PRÓXIMAS ELECCIONES
A nombre del consejo Permanente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana , me dirijo con respeto y cariño a todos los fieles católicos y personas de buena voluntad del pueblo ecuatoriano, con motivo de las elecciones generales a las que hemos sido convocados para el próximo 15 de octubre.
Nos alegramos y apoyamos la iniciativa que ha tomado el Consejo Ecuatoriano de Laicos Católicos, en orden a orientar a todos los ciudadanos sobre las próximas elecciones, cumpliendo la responsabilidad que les corresponde con espíritu de fe.
Nos alegra que la campaña electoral se vaya realizando con madurez política: se están evitando insultos y ofensas personales y se presentan propuestas positivas. Esperamos, de parte del Tribunal Electoral, diafanidad en todo el proceso, indispensable para garantizar el prestigio moral del elegido y la tranquilidad del pueblo.
Invitamos a todos los ciudadanos a ejercer su derecho al voto con libertad y responsabilidad. Para ello es de importancia decisiva el conocer el pronunciamiento de los Candidatos al menos sobre estos aspectos:
1. El rescate de la moralidad pública , principalmente en lo tocante a la eliminación de la corrupción en todos los niveles, de la pornografía, del consumo y tráfico de estupefacientes, y de la exigencia de coimas para contratos y trámites.
2. La familia y la defensa de la vida , de modo que se evite la desintegración familiar y se defienda la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte.
3. Educación de calidad para todos , haciendo respetar el derecho de los padres de familia para dar a sus hijos la mejor educación, de acuerdo a sus criterios y dentro de un marco nacional común, conforme lo proclaman nuestra propia Constitución y las Declaraciones de los Derechos Humanos.
4. Las políticas sociales, que lleven a mejorar la condición de los trabajadores y la promoción de las clases pobres y marginadas, que aseguren la estabilidad social y contribuyan así al crecimiento económico y al mejoramiento del pueblo ecuatoriano.
La situación del momento es difícil, pero siempre hay motivos para la esperanza: Con los ojos de la fe, los creyentes percibimos en la solidaridad y esperanza de muchos ciudadanos un reflejo eficiente de la fuerza de la Resurrección de Cristo en la historia.
Pedimos con insistencia al Espíritu que reavive las justas expectativas de nuestro pueblo y unidos a todos los creyentes, dirigimos la plegaria al Señor y a la Virgen María por nuestra Patria.
Mons. Néstor Herrera Heredia
Presidente de la C.E.E.
Quito, 21 de septiembre de 2006.