CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 30 octubre 2006 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha expresado su satisfacción por la aprobación, el 26 de octubre pasado, en la sede de las Naciones Unidas de Nueva York, con una aplastante mayoría, de un proyecto de resolución para la redacción de un Tratado sobre el control del comercio internacional de armas convencionales.
Las sesiones de trabajo tuvieron lugar en el ámbito de la Comisión de para el desarme y la seguridad: 139 países votaron a favor del proyecto; en contra sólo votaron los Estados Unidos, mientras que se abstuvieron 26 países, entre los que se encuentran China, Rusia, India y Pakistán.
En declaraciones a «Radio Vaticano», el arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante la ONU confiesa su satisfacción por este voto.
«Es verdad –reconoce–, el camino todavía es muy largo. No es más que una resolución que da el mandato al secretario general de la ONU de preparar un informe sobre el comercio de armas convencionales antes de un año: después un grupo de trabajo comenzará a trabajar sobre esta cuestión».
«Pero es una victoria importantísima desde el punto de vista humano sobre todo si se considera la dimensión humana de todas las víctimas que causan las armas», asegura el representante papal.
«La Santa Sede –revela– ha sido muy activa en el apoyo de esta iniciativa», añade.
El arzobispo explica que «entre los 139 países que han votado a favor, muchos son productores, grandes productores de armas convencionales, pues este tratado no prohíbe la producción y el comercio de armas, sino que los regulará».
«Ahora incluso los productores desean tener un marco preciso para el comercio y la transferencia de las armas y creo que esto es un signo positivo ».
Por lo que se refiere a la cuestión de las armas no convencionales, como las armas nucleares, radiológicas y químicas, «la Santa Sede está apoyando con mucha fuerza a los Estados y organizaciones de la sociedad civil que luchan para que entre finalmente en vigor el tratado que prohíbe los ensayos nucleares y que prohíbe a un Estado con capacidad nuclear atacar con armas nucleares a un Estado que no tiene esta capacidad, y para que se llegue cuanto antes a un tratando sobre el material fisible».
«Es un período de estancamiento en el desarme en general, pero hay motivos de esperanza, como este voto en la ONU, que nos animan a seguir con esta causa», concluye.