Convocados por la sección de Pastoral Indígena del CELAM, se han reunido en la capital de Guatemala, entre indígenas y no indígenas, 25 obispos, 32 sacerdotes, 4 religiosas y 11 laicos (hombres y mujeres), para «Compartir y discernir entre obispos y teólogos cómo el misterio de Cristo ha sido incorporado en la vida y reflexión teológica de los pueblos indígenas, para que juntos acompañemos la inculturación del Evangelio, y en Él tengan vida».
Las conclusiones del Tercer Simposio han sido dadas a conocer por parte del CELAM y recogen tanto la experiencia de Guatemala como las de los dos anteriores encuentros, auspiciados por el entonces cardenal Joseph Ratzinger, en Oaxaca (México) y Riobamba (Ecuador), tras el importante encuentro que el entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, convocó con los obispos presidentes de las Comisiones Doctrinales de América Latina en la ciudad de Guadalajara (México), el año de 1996, para realizar un diálogo en torno a los principales problemas doctrinales, entre los cuales se estudió lo relativo a la Teología India.
A continuación, damos a conocer el texto completo del mensaje del Tercer Simposio Latinoamericano de Teología India.
III SIMPOSIO LATINOAMERICANO DE TEOLOGIA INDIA
Guatemala, 23-27 de octubre de 2006
Mensaje final
«En la noche, en la oscuridad, en ayuno y en vigilia, venimos a esperar que amanezca» (Pop Wuj). Y Jesús nos dice: «Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia» (Jn 10,10).
A nuestras hermanas y hermanos de las comunidades indígenas de América Latina,
A los miembros de nuestra Iglesia Católica,
A las mujeres y hombres de buena voluntad:
Convocados por la Sección de Pastoral Indígena del Departamento de Familia, Vida y Cultura, del Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM, en esta hora de gracia, que muchos indígenas de América vislumbran como el amanecer de un nuevo Sol de vida, de paz y de justicia verdadera, nos hemos reunido en Guatemala, tierra de mártires y de esperanza inquebrantable, laicos, teólogos y obispos de 16 países de América Latina, portadores de la palabra indígena del Cono Sur, de la Amazonía, de los Andes, del Caribe y de Mesoamérica, para realizar el III Simposio de Teología India, que tuvo como objetivo: «Compartir y discernir cómo el misterio de Cristo ha sido incorporado en la vida y reflexión teológica de los pueblos indígenas, para que juntos acompañemos la inculturación del Evangelio, y en El tengamos vida».
En ambiente de oración, de diálogo y de compartir respetuoso, los indígenas, a la manera en que lo hicieron Pablo y Bernabé ante la asamblea de la primera comunidad cristiana en Jerusalén, se pusieron a «contar las señales y prodigios que Dios realiza, por medio de ellos, a favor de su pueblo», y nos mostraron cómo los llamados gentiles se salvan por la gracia del Señor Jesús, del mismo modo que los demás creyentes (Hech 15,11-12).
Al recordar nuestra historia reconocimos que, como Iglesia, que camina en medio de luces y sombras, hemos estado 500 años sembrando el Evangelio de Jesucristo en los pueblos de este continente. Fruto, en gran medida, de esa evangelización y del servicio pastoral, es la emergencia de los indígenas en las sociedades nacionales y en la Iglesia latinoamericana. En respuesta a la nueva realidad, desde 1996, «particularmente importante nos ha parecido el acompañamiento de la reflexión teológica a partir del mundo indígena…, (pues) en cada uno de nuestros hermanos… hay una persona humana que merece el más profundo respeto y también una teología que le ayude a una vida digna y a una comunión con Dios y con sus semejantes» (Comunicado de las Comisiones Doctrinales de Latinoamérica, Guadalajara, 6-10 de mayo de 1996).
Nos hemos sentido interpelados por esta presencia indígena y nos hemos puesto en camino de diálogo con quienes representan esa voz, a fin de lograr una recepción eclesial de la palabra teológica antigua y nueva de quienes son descendientes de los primeros pobladores del continente. Al caminar con ellos, nos hemos hecho capaces de superar prejuicios y recelos de ambos lados y estamos ahora convencidos de que, si proseguimos así, lograremos pronto la «profundización de los distintos contenidos doctrinales de la Teología India, hasta llegar a una completa y definitiva clarificación de los aspectos problemáticos ya individuados» (Carta del Cardenal Joseph Ratzinger al Cardenal Francisco Javier Errázuriz, Presidente del CELAM, el 26 de julio de 2004).
En este III Simposio de Teología India nos abocamos a «profundizar con los pueblos indígenas el diálogo sobre Cristo, como fuente de vida y liberación, para que crezcamos como discípulos y misioneros suyos, a fin de que esta reflexión teológica enriquezca nuestra experiencia cristiana al servicio de la pastoral de la Iglesia». Las presentaciones indígenas, la voz de los expertos y la iluminación de los pastores nos hicieron ver la gama amplia de experiencias cristológicas que existen en las comunidades. Los indígenas se encuentran vitalmente con Jesucristo por muchas vías; pero el camino mariano ha contribuido más a este encuentro.
Al término del Simposio, damos gracias a Dios por los dones recibidos y por los grandes avances que hemos alcanzado. Ciertamente, en el ambiente eclesial ahora podemos mirar de manera más tranquila y confiada las legítimas diferencias teológicas, los aportes específicos de los indígenas y las preocupaciones doctrinales de los pastores de la Iglesia. Unos y otros tenemos necesidad de «dar razón de nuestra esperanza» con argumentos sólidos y sobre todo con una vida consecuente.
Por la experiencia tenida en el Simposio, podemos afirmar que es posible caminar juntos, unidos en la fe y en el amor de Dios, obispos, teólogos y agentes de pastoral, acompañando a las comunidades en la inculturación del Evangelio de Jesucristo, desde la vida y reflexión teológica de los pueblos indígenas. Nos alegra comprobar nuevamente que Jesucristo, sacerdote y profeta, no es un problema para los pueblos indígenas; El ha sido anunciado y asumido; El es vivido, reflexionado y celebrado por los creyentes indígenas de maneras muy variadas, según las culturas y experiencias religiosas ancestrales. Esto nos compromete como Iglesia a mirar al Señor en los rostros de sus hijos y de sus criaturas.
Los indígenas cristianos han sido los guardianes de la fe y creemos que, con su aporte, la Iglesia universal se está renovando, se enriquece y se está haciendo más capaz de contribuir a la construcción de un mundo más humano y cristiano.
La presencia del representante de la Congregación para la Doctrina de la Fe, nos puso de manifiesto la solicitud de la Santa Sede por estimular una seria reflexión en torno a la Teología India y animar a quienes buscan caminos nuevos de valoración, respeto y acompañamiento de los pueblos originarios de esta tierra.
Damos gracias a Dios porque hemos sentido aquí su presencia vivificante en el desarrollo de este Simposio. La Iglesia guatemalteca, que nos recibió, nos trasmitió la grandeza de la espiritualidad de los pequeños; los habitantes de Santo Domingo Xenacoj nos dieron a beber de su espiritualidad y sabiduría popular, de su fe y de su amor a Dios y a la vida.
Hacemos nuestras las palabras de S. S. Juan Pablo II a las hermanas y hermanos indígenas: «Dios los ama. La Iglesia está con ustedes». Siéntanse orgullosos de lo que Dios ha obrado en ustedes y sigan luchando por el lugar digno que les corresponde en la sociedad y en la Iglesia.
¡Alabado sea Jesucristo! ¡El es Dios!