OTTAWA, martes, 14 noviembre 2006 (ZENIT.org).- «El matrimonio en esencia es la unión entre un hombre y una mujer»: así se lee en la Declaración Común que han suscrito más de cuarenta líderes religiosos, de diferentes credos, de Canadá.
Como difunde la Conferencia Canadiense de los Obispos Católicos (CCCB), el anuncio de la firma se hizo público el 9 de noviembre.
«Como diferentes comunidades de fe, nos hemos unido para presentar al Parlamento y a la sociedad, como un todo, nuestra visión común del matrimonio», explicó Bruce J. Clemenger, presidente de la Asociación
Evangélica de Canadá.
La ley del «matrimonio homosexual» entró en vigor en Canadá el 20 de julio de 2005.
«El primer ministro, al promover una votación para reabrir el debate del matrimonio, da a los canadienses la oportunidad de tener una segunda reflexión seria sobre el tema», añadió Clemenger.
Por su parte, el arzobispo católico de Ottawa –monseñor Marcel Gervais-, repitió lo que es esencial para los grupos de distintos credos: «Nuestro llamamiento de hoy se dirige a que la ley y la política pública reconozcan la importancia esencial y única del matrimonio como la unión de un hombre y una mujer para la seguridad, la crianza y el bienestar de los niños».
«Como líderes religiosos de distintas comunidades creyentes compartimos la afirmación de que el mejor interés del niño debe prevalecer sobre el ejercicio de la libertad de los adultos», añade.
Se lee en la Declaración Común: «La comprensión de la estructura del matrimonio no es de carácter exclusivamente religioso, sino que es compartida por la sociedad y por las culturas de todo el mundo durante los siglos».
El matrimonio es «un pacto público de un hombre y de una mujer en una relación de amor duradera y exclusiva, a través de la cual se enriquece la sociedad», firman los distintos líderes religiosos.
El matrimonio, como alianza de por vida entre un hombre y una mujer es «más antiguo que nuestro sistema democrático y parlamentario más antiguo», más «que nuestro sistema judicial», «y aceptado universalmente en mayor medida que cualquier código legislativo jamás promulgado», añaden.
«Como institución social el matrimonio concierne principalmente al bien común y no a los derechos individuales», subraya el texto; de ahí que el matrimonio entre un hombre y una mujer «merezca una protección especial del gobierno y un reconocimiento social».
«Cambiar la definición del matrimonio presupone repudiar una historia y una experiencia milenaria», alertan. Redefinir el matrimonio como «entre dos personas» «eclipsa el fin principal y esencial del matrimonio, se pierde la íntima conexión entre el matrimonio, la complementariedad de los sexos, la procreación y la crianza de los hijos».
Los firmantes concluyen su Declaración Conjunta con un llamamiento a los parlamentarios y a todos los canadienses a fin de que reconsideren la decisión de redefinir el matrimonio y trabajen juntos «para restablecer en el derecho y en la política pública la histórica y universal definición del matrimonio», asegurando así a las generaciones futuras que no se perderá la distintiva y fundamental institución del matrimonio.
La Declaración, con todas sus firmas, está disponible en inglés (en «pdf») en el enlace http://www.cccb.ca/site/Files/Declaration_Marriage_En.pdf.