ROMA, miércoles, 15 noviembre 2006 (ZENIT.org).- Dependiente en última instancia del Papa, en la Ciudad Eterna, se levanta el Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos (PISAI, por sus siglas en italiano), cuyo nuevo rector es el padre Miguel Ángel Ayuso Guixot.
En esta entrevista concedida a Zenit, este misionero comboniano presenta la naturaleza de esta institución de Iglesia al servicio del diálogo interreligioso e intercultural de prestigio internacional.
El padre Ayuso, nacido en Sevilla, es doctor en Teología Dogmática por la Facultad de Teología de Granada y ha sido misionero en Egipto y Sudán (Cf. Zenit, 5 de octubre de 2003).
Antes de ser rector, el padre Ayuso era el coordinador de estudios del PISAI.
«La actualidad del Islam, como centro de la atención social, debería conllevar un auge de estudiantes, pero a veces se tiene la impresión de que el interés se concentre más en la información que en la formación. Hoy la formación es absolutamente necesaria», opina.
–Hay mucha gente que no sabe que existe un Instituto Pontificio de Estudios Árabes e Islámicos en Roma. ¿Desde cuándo funciona y cuál es la opinión de Benedicto XVI sobre esta institución?
–P. Ayuso: Si, resulta un poco sorprendente el desconocimiento en ciertos sectores, excepto en el académico, de la existencia en Roma de un Instituto Pontificio que se dedica específicamente al estudio objetivo del Islam, en vista de entablar un diálogo interreligioso e intercultural entre musulmanes y cristianos.
Sorprende también el hecho de que en ambiente islámico seamos bien conocidos y apreciados por la seriedad y empeño en conocer objetivamente el Islam a partir del estudio de sus ciencias, por medio de un estudio intensivo de la lengua árabe, como instrumento absolutamente necesario para dicho fin.
El Instituto Pontificio de Estudios Árabes e Islámicos fue creado en 1926 en Túnez por la Sociedad de los Misioneros de África (Padres Blancos). Su finalidad era la formación específica de misioneros para vivir en un ambiente arabo-musulmán.
En 1949, el centro de estudios fue trasladado a la Manouba, en las cercanías de Túnez, en donde se enseñaban lengua árabe y ciencias islámicas, mientras que el centro de Túnez se convertía en lo que hasta hoy se llama el Instituto de Literatura Árabe (Ibla).
En 1960, el centro fue constituido como Instituto Pontificio; y en 1964, a causa de la política de nacionalizaciones, fue transferido de Túnez a Roma, en donde recibió el apoyo del Papa Pablo VI, como instrumento óptimo para el diálogo interreligioso, según el nuevo espíritu del Concilio Vaticano II. Desde entonces y por más de 50 años el PISAI ha sido y es una institución de Iglesia al servicio del diálogo interreligioso e intercultural de prestigio internacional.
En estos últimos años, sus autoridades académicas han tratado de solucionar algunas dificultades para poder asegurar la continuidad y la permanencia del PISAI en Roma.
Precisamente la intervención de Benedicto XVI a favor de este instituto de excelencia nos permite seguir prestando este servicio a la Iglesia desde aquí en Roma, por esto le estamos enormemente agradecidos. El instituto continuará su misión de puente entre culturas y religiones.
–¿En qué va a centrar su mandato como rector?
–P. Ayuso: Pues sencillamente en dar continuidad a toda la labor que se ha hecho hasta hoy, es decir, trabajar seriamente en tres campos fundamentales: la enseñanza, las publicaciones científicas y la investigación.
Para esto, disponemos de un equipo de 25 profesores para la formación de nuestros estudiantes; tres publicaciones científicas –una sobre estudios árabes y las otras dos sobre el diálogo islámico-cristiano desde la perspectiva científica y la pastoral de encuentro–; y finalmente, para la investigación disponemos de una biblioteca especializada con más de 31.000 volúmenes y más de 450 títulos de revistas; y una sala de consulta frecuentada por nuestros estudiantes, por estudiantes procedentes de otras universidades y por un nutrido número de investigadores provenientes de todas partes del mundo.
Además es mi gran deseo como rector promover entre nuestros antiguos alumnos más eficaces y motivados la necesidad de un estudio serio y continuado de especialización en este campo tan importante de la misión de la Iglesia, para tratar de crear un nuevo equipo de profesores que puedan en el futuro sustituir al equipo de élite que el PISAI ha tenido desde sus orígenes.
También veo una necesidad urgente de continuar el proceso de colaboración entre el Instituto y congregaciones religiosas, instituciones diocesanas y académicas en vista de un enriquecimiento de esta institución de Iglesia.
Esta colaboración se obtendría por medio de una oferta de personal docente y posibles colaboradores, así como con intercambios académicos en el campo del estudio de las religiones y las culturas.
Creo que a nivel de Iglesia tenemos que «globalizarnos», es decir, ser realmente católicos, para dar consistencia a una labor de Iglesia prioritaria. Necesitamos por tanto colaboradores.
Finalmente, decir que la colaboración se traduce también en términos financieros. Necesitamos crear una «Asociación de Amigos del PISAI» para recaudar fondos que nos permitan promover actividades extra-académicas de carácter interreligioso e intercultural, que nos permita enriquecer las actividades del instituto. Necesitamos por tanto donaciones.
–Algunos de los profesores –muchos de ellos Padres Blancos– son considerados autoridades mundiales en el Islam. ¿Cree que son suficientemente conocidos en el ambiente católico?
–P. Ayuso: Sí, como decía, tenemos una serie de profesores que han marcado un hito en la historia de esta institución. El mérito creo que está en la seriedad y en el rigor científico que han sabido cultivar y promover durante su servicio académico.
Este esfuerzo realizado durante largos años les ha abierto, con autoridad y respeto, las puertas de la interreligiosidad e interculturalidad hacia nuestros amigos y amigas musulmanes.
Muchos de ellos son Padres Blancos. Por citar uno, menciono al Padre Michel Lagarde, M. Afr., premio UNESCO 2005 de la Cultura Árabe. Creo que son bien conocidos en ambiente católico, pero probablemente su conocimiento sea mayormente difundido en ambiente arabe-musulmán.
–¿Ha notado un auge de estudiantes desde que el Islam está en el centro de la atención mundial?
–P. Ayuso: No en la cantidad pero si en la procedencia. Hoy continuamos a tener un grupo de unos 50 estudiantes para los ciclos de licenciatura y doctorado. Hay que tener en cuenta que el PISAI es un centro de excelencia, es decir de estudios muy especializados.
La labor de la Iglesia en el campo del diálogo ha permitido que de todas las partes del mundo algunos estudiantes sean enviados a estudiar al PISAI como previa preparación pastoral para ejercer una función en el campo del diálogo en sus diócesis de origen o en sus propias comunidades.
Es una satisfacción encontrar en nuestros desplazamientos por el mundo a antiguos alumnos del PISAI que son responsables de centros para el diálogo, sea a nivel local, diocesano, regional o nacional, etc.
Desde sus inicios el PISAI cuenta con unos 1.300 estudiantes, que han sido preparados para el diálogo interreligioso e intercultural.
Evidentemente, la actualidad del Islam, como centro de la atención social, debería conllevar un auge de estudiantes, pero a veces se tiene la impresión de que el interés se concentra más en la información que en la formación. Hoy la fo
rmación es absolutamente necesaria.
–¿Cómo puede contribuir el PISAI al diálogo interreligioso e intercultural?
–P. Ayuso: El PISAI sigue siendo un punto de referencia en el ámbito del diálogo entre las culturas y las religiones, ofreciendo un renovado impulso a los estudios árabes e islámicos, con la finalidad de contribuir a un mayor conocimiento y comprensión recíprocos, cada vez más necesarios en el mundo en el que vivimos.
Como institución de Iglesia y recordando las palabras de Benedicto XVI –nuestro futuro dependen del diálogo con el Islam–, la contribución del PISAI seguirán dando sus frutos, como lo ha venido haciendo siempre desde su humilde pero significativa creación.