Al final de la audiencia general, celebrada bajo la lluvia en la plaza de San Pedro, el pontífice quiso dirigir un saludo a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados.
«Queridos jóvenes, poned a Jesús en el centro de vuestra vida, y recibiréis de Él luz y valentía en toda decisión cotidiana», les dijo el pontífice.
«Que Cristo, que hizo de la Cruz su trono regio», dijo después dirigiéndose a los enfermos, algunos de ellos presentes en sillas de ruedas, «os ayude a comprender el valor redentor del sufrimiento vivido en unión con Él».
Por último saludó a los recién casados, algunos con sus trajes de bodas, para recordar que se celebraba en ese día el vigésimo quinto aniversario de la promulgación de la exhortación apostólica de Juan Pablo II «Familiaris consortio», «que dio un gran impulso a la pastoral familiar en la Iglesia».
El Papa les deseó «recorrer vuestro camino matrimonial unidos siempre a Cristo».
Antes de subirse al «papamóvil», Benedicto XVI agradeció a los peregrinos «la paciencia» con que afrontaron una tormenta, y dio gracias a Dios «que nos ha dado momentos de luz y una pausa de la lluvia».