El cine enseña a «pensar con los ojos»

Propuesta de la profesora Gloria Tomás en el Simposio Internacional «Educación y Cine»

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VALENCIA, jueves, 23 noviembre 2006 (ZENIT.orgVeritas).- En la cultura de la imagen, el cine puede enseñar a «pensar con los ojos», desempeñando una función educadora insustituible.

Es la propuesta que se presentó este jueves en la primera jornada del tercer Simposio Internacional «Educación y Cine» organizado por la Universidad Católica de Valencia, celebrado bajo el lema «Persona y sociedad»

La articuló Gloria Tomás, profesora de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM), al defender que «el buen cine puede ser un vehículo de la ética personalista».

«En una cultura de la imagen, de la rapidez, de cambio –aclaró–, el cine nos ofrece la oportunidad de pensar a través de un método más existencial y fenomenológico; aparentemente menos reflexivo, menos abstracto pero que, en realidad, nos sitúa ante el hombre concreto y sus preguntas definitivas».

Con el director de cine Andrei Tarkovski (1932-1986), Tomás opina que «el corazón humano es un profundo secreto que se dirige hacia lo infinito, y que esta experiencia universal es difícil explicarla y transmitirla a los demás (…) ese vacío puede colmarlo el cine con el gesto del actor (…) lo que expresa entonces el corazón no queda narrado, sino esculpido. Lo infinito puede mostrarse con lo concreto. Es comunicable en imágenes vivas».

Lo mismo que Aristóteles decía del arte, Tómas lo aplica al cine: «de algún modo, el soporte cinematográfico da cuerpo a la esencia secreta de las cosas» y lo hace «en atajos, en poco tiempo«.

«Es atractivo; nos hace pensar con los ojos, desear lo infinito con la imagen, disfrutar en climas condensados de humanidad, de aventura, de inteligencia (…) Enfocar de este modo el cine, no supone tanto creer en el cine, como creer en el hombre», afirmó la profesora.

Para Gloria Tomás, «si cualquier actividad humana debe medirse con el metro de la verdad sobre el hombre, el buen cine también está llamado a ser vehículo de transmisión de un mensaje positivo, que haga constante referencia a la verdad, a Dios, a la dignidad del hombre; debe convertirse en un medio expresivo adecuado a la presentación de los valores de la vida».

Por ello, insistió en la idea que «desde estos supuestos el cine es un instrumento que nos hace pensar con los ojos».

A modo de ejemplo, Tomás mencionó algunas películas que han ofrecido una imagen de la infancia, el amor, la familia, el sufrimiento, la vejez, las leyes, e incluso la guerra, conforme a la naturaleza humana.

Así, «Marcelino Pan y Vino», «La vida es bella», «Secretos del corazón», «Niños del paraíso», «El cartero», «Solas, «La habitación de Marvin», «Una historia verdadera», «Fahrenheit 451», etc. son ejemplos de un cine al que Julián Marías atribuía la virtud de haber «hecho posible una nueva forma de análisis de la vida humana».

Finalmente, Tomás encuentra en el dicho de que «los santos saben leer a Dios, los poetas a los hombres y los sabios a la naturaleza…» algo que puede encontrarse en el cine». Respecto a los espectadores, comentó que «siendo buenos» podremos «percibir el latido constante y luminoso de la propia conciencia», que de algún modo «constituye el corazón del corazón, y en esa perspectiva mide el verdadero progreso».

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ZENIT Staff

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