AQUISGRÁN, jueves, 23 noviembre 2006 (ZENIT.org–El Observador).- Una de las agencias internacionales de ayuda más importantes de la Iglesia católica en el mundo es la alemana Misereor. Con un volumen anual de recursos colocados cercano a 150 millones de euros, la agencia pone especial interés en la ayuda a la generación de justicia en los pueblos subdesarrollados.
Para América Latina se destinan al año un promedio de 40 millones de euros en un trabajo coordinado con las diócesis, los grupos de Iglesia y las órdenes religiosas.
Juan F. Josi, licenciado en Filosofía es uno de los encargados del Departamento de América Latina, con especial énfasis en Ecuador y Perú, ha concedido la siguiente entrevista a Zenit-El Observador en las oficinas centrales de Misereor de Aquisgrán.
–¿Es posible hablar hoy de «desilusión» con respecto a la democracia en los pueblos de América Latina?
–Juan F. Josi. En realidad, la gente si se encuentra desilusionada porque la implementación de la democracia va muy lenta en nuestros pueblos. Pero el proceso sigue. Por las experiencias que tengo yo, estoy convencido de que la gente aprende muy rápido a vivir en la democracia. Pero el llevarla a cabo desde las políticas públicas es lo más difícil.
–¿Cómo está la relación democracia y desarrollo en Ecuador y Perú?
–Juan F. Josi. En Ecuador es un proceso que se está dando. No se puede decir que haya una democracia plena, todavía habrá altas y bajas, y muchos conflictos. Ecuador sigue expulsando mucha gente a España, a Europa, a gran parte de América Latina. Y es que no hay suficiente trabajo, cincuenta por ciento de la población económicamente activa trabaja en el sector informal… En Perú las cosas están muy parecidas: cincuenta y uno por ciento de la población vive bajo las condiciones de existencia mínima…
–¿Es un desafío para la Iglesia?
–Juan F. Josi. Para la Iglesia y para los gobernantes. Y no todo se resuelve con financiamiento a los procesos productivos, aunque es importante esto. Debe haber, también, una respuesta social para, por ejemplo, vender los productos generados por los grupos más pobres.
–¿Habla usted de «comercio justo»?
–Juan F. Josi. El llamado «comercio justo» es una parte del proceso. Dentro de un mundo globalizado como el que vivimos, lo que debemos, principalmente, hacer global es la justicia. Y eso le toca a todos, no solamente a los países del que dicen es el Tercer Mundo, sino a los del Primer Mundo. Nosotros, en Misereor, estamos trabajando, fuertemente, para que estos puentes internacionales se produzcan.
–¿Es Alemania un ejemplo de lo que se puede hacer desde el mundo desarrollado con instituciones como Misereor?
–Juan F. Josi. A mí me parece que Alemania es uno de los países más solidarios que hay en Europa, sobre todo, debido a sus condiciones históricas. Es un pueblo que, de verdad, es solidario hacia los problemas del Tercer Mundo. En Europa hay –también– una muy buena solidaridad. Misereor es la acción de Cuaresma, pero no solamente hay campaña de Cuaresma en Alemania, también las hay en otros países de Europa, y con mucho éxito.
–¿Cómo se financia Misereor?
–Juan F. Josi. Justamente, con la campaña de Cuaresma. El quinto domingo de Cuaresma, todo lo que se pueda recaudar en las misas de Alemania en ese día viene a Misereor. Y durante todo el año tenemos campañas permanentes, grupos solidarios, donadores que nos apoyan, grupos de parroquia, en fin, dependemos de la caridad de la gente de Alemania para los que menos tienen en el mundo.
–¿Cómo tienden ustedes el puente entre Alemania y América Latina, por ejemplo?
–Juan F. Josi. Bueno, en realidad ya llevamos casi cincuenta años trabajando en cooperación internacional. Lo hacemos a través de las diócesis, a través de grupos de la Iglesia, con órdenes religiosas y, la verdad, en la Iglesia se conoce muy rápido las direcciones…
–¿Cuál es su objetivo específico?
–Juan F. Josi. El de la realización de la justicia en este mundo. Con este «modelo» se responden todas las preguntas a ese nivel. Justicia, democracia, para crear procesos de paz y desarrollo. El problema central que tenemos que abordar todos nosotros, los católicos y cristianos, es la justicia en el mundo. Y también están llamados a esto los que se encuentran en los gobiernos en turno, las élites latinoamericanas están llamadas también a generar un sistema que sea justo para todos.
–¿Sigue siendo América Latina «el continente de la esperanza»? ¿Están vivas las reservas de esa «esperanza» del catolicismo?
–Juan F. Josi. Hay estudios en América Latina que revelan que si hay una institución que todavía tiene confianza en ella la gente es la Iglesia católica. Esa «hipoteca» está puesta en buenas manos. No hay que perderla. Porque la gente está donde ven que son acompañados. Y acompañar a la gente significa, también, hacerlo en los procesos sociales. La Iglesia latinoamericana lo ha hecho de muchas formas. Y por eso goza de tan buena percepción por parte de nuestros pueblos; pero, insisto, eso se debe conservar. Ahí está el desafío para la Iglesia católica, pero también la semilla de la esperanza.