MOSCÚ, lunes, 25 diciembre 2006 (ZENIT.org).- Por primera vez en lo que se ha dado en llamar «la nueva historia de las relaciones entre la Iglesia católica y ortodoxa rusa», un representante de esta última participó en un encuentro de sacerdotes y religiosos católicos en víspera de la Navidad.

Se trata de un anual encuentro de la parte central de la arquidiócesis la Madre de Dios en Moscú. Por invitación de monseñor Tadeusz Kondrusiewicz, arzobispo de dicha arquidiócesis, el secretario para las relaciones intercristianas del Patriarcado de Moscú, el padre Igor Vyzhanov, asistió al encuentro, que tuvo lugar el pasado 21 de diciembre.

La presencia del sacerdote ortodoxo cobra importancia no sólo por la fecha del en encuentro, sino porque además cierra un ciclo de intenso trabajo en el mejoramiento de las relaciones entre ambas Iglesias.

«La amistad que existe entre representantes del clero católico y ortodoxo no es fortuita: somos gente de un mismo espíritu y no podemos no ser amigos, debemos serlo», expresó el sacerdote Igor Vyzhanov.

«La incomprensión que se da actualmente entre la Iglesia católica y ortodoxa rusa es anormal y paradójica», señaló, «no debemos ser rivales, ni enemigos; en Rusia nosotros no tenemos razones para reñir».

Durante las palabras que dirigió a los sacerdotes, religiosos y religiosas congregados en el encuentro, el representante ortodoxo se pronunció a favor de que «la comprensión recíproca que actualmente existe a nivel oficial en el enfoque de muchos problemas mundiales, baje también a nivel del sacerdocio común».

A título personal, Vyzhanov comentó que comprendía las dificultades a las que se enfrentaban los sacerdotes, religiosas y religiosos provenientes de otros países al llegar a Rusia, sobre todo en lo referente a la inculturización: «como dicen: la mente no es capaz de comprender a Rusia, a Rusia -- apuntó enfático-- hay que entenderla con el corazón».

Por eso, explicó, es necesario «comprender la psicología de sus habitantes para entonces actuar».

«En un principio las dificultades, como se habrán dado cuenta --expresó Vyzhanov--comienzan por la suspicacia que de entrada existe hacia occidente y hacia los cristianos de occidente. Bueno o malo, esto es un hecho».

Explicó que como frecuentemente se menciona, dicho recelo está fundamentado en los cambios económicos, en el proceso de democratización y en la apertura a occidente, un proceso que comenzó hace 15 años y que, para la mayoría del pueblo ruso, a parte de la restauración al culto religioso, no ha traído cosas buenas.

Por lo anterior «me parece que cada representante del clero occidental al llegar a Rusia debe demostrar que ha venido en son de paz» y «romper el hielo» para vencer la suspicacia, apuntó el presbítero.

A su parecer, los representantes del clero católico que vienen a servir a tierras rusas, deben actuar necesariamente con tacto extremo tomando en cuenta los rasgos culturales e históricos del país.

Agregó que el trabajo o proyectos en conjunto son muy importantes para sobrepasar las barreras, así como el «no actuar sospechosamente», aspecto que recalcó varias veces.

Haciendo una analogía con sus labores diplomáticas dentro de la Iglesia ortodoxa rusa donde al llegar a un nuevo lugar busca siempre una cara conocida, un amigo, que le haga sentirse en confianza, Igor Vyzhanov invitó a los sacerdotes, religiosas y religiosos católicos presentes en Rusia a buscar a ese amigo, ese soporte, precisamente en la Iglesia ortodoxa: «Ese amigo, para ustedes, aquí, es nuestra Iglesia».

«Yo quisiera exhortarles a traer amistad. De entrada, estamos abiertos y preparados pero, si hay alguien que no lo está, su tarea es prepararlo. Sólo así se dará una fuerte amistad y espero que así sea», concluyó.