BARCELONA, jueves, 22 febrero 2007 (ZENIT.org–Veritas).- El arzobispo de Barcelona, monseñor Lluís Martínez Sistach, se refirió a los conceptos de «secularidad, laicidad y pluralidad», durante una conferencia organizada en la ciudad condal por el Foro Nueva Economía, y abordó luego otras cuestiones de interés en un diálogo mantenido con los periodistas.
Monseñor Martínez Sistach afirmó que «el concepto secularización no es lo mismo que secularismo, como las instituciones seculares no son lo mismo que las instituciones religiosas» y añadió que actualmente «vivimos un proceso de securalización desde 1969, a través del analfabetismo religioso, la crisis de la familia y las reformas educativas que ha creado nuevos sujetos religiosos que han provocado la fractura de la confianza».
El prelado constató que «la secularización no ha conseguido el fin de la religión como se había predicho», ya que según afirmó «el ser humano es insecularizable ya que el hombre siempre será un «homo religiosus».
Monseñor Sistach incidió en que ante el relativismo que se vive «hace falta poner de relieve la razón humana» y insistió en que «el hombre se compone de leyes biológicas y leyes humanas».
El arzobispo metropolitano explicó que la Doctrina Social de la Iglesia ya deja constancia de que «la laicidad es un valor que ha aportado el cristianismo a nuestra sociedad, por el contrario el laicismo discrimina al cristianismo a que se manifieste en el ámbito privado de cada uno».
Asimismo, reivindicó «el papel importante de los laicos en la Iglesia» ya que «el carácter secular es el propio de los laicos», y «componen el tejido de la existencia del cristianismo».
El prelado afirmó que «la Iglesia no se escucha mucho» y constató que un problema es «no poder saber hasta qué punto lo que dice la Iglesia penetra en las personas». Además afirmó que en la actualidad «la Iglesia tiene un papel de madre y maestro que debe combinar debido a las necesidades de las personas que necesitan cariño y enseñanza».
También apuntó que «la Iglesia ha trabajado mucho por la sociedad» y se preguntó «qué sería la sociedad sin Iglesia». En este sentido pidió objetividad, porque la Iglesia necesita autoestima objetiva y que se valore su labor e importancia en la sociedad».
Monseñor Sistach lamentó que se haya perdido «el espíritu positivo de la transición que olvidaba el pasado para construir el futuro. Actualmente está muy politizada la sociedad y se necesita el reconocimiento de las raíces cristianas de Europa».
Finalmente, opinó también sobre la Bioética afirmando que «el riesgo que conlleva, según qué practicas, es que nos podemos autodestruir y esa no debe ser solamente una preocupación de la Iglesia, es obligatoriamente una preocupación humana».