CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 1 julio 2007 (ZENIT.org).- Este vienes, solemnidad de los santos Pedro y Pablo, Benedicto XVI impuso el palio, símbolo de la unidad con el obispo de Roma, a 46 arzobispos metropolitanos de todo el mundo nombrados en el último año.
La ceremonia tuvo lugar junto a la Confesión de San Pedro, en la Basílica de San Pedro del Vaticano, durante la concelebración eucarística en el día de los patronos de la diócesis de Roma.
Los arzobispos llevan el palio, banda blanca de lana sobre los hombros en representación del Buen Pastor que lleva a hombros el cordero hasta dar la vida, como lo recuerdan también las seis cruces negras bordadas.
Como explicó después el Papa antes de rezar el Ángelus, se trata de un «símbolo litúrgico que expresa el vínculo de comunión que une al sucesor de Pedro» con los arzobispos.
Dado que cinco arzobispos no pudieron venir a Roma, se les entregará directamente en sus sedes metropolitanas.
Al día siguiente, el Papa recibió en el Aula Pablo VI del Vaticano a los arzobispos, acompañados por sus familiares y fieles de sus arquidiócesis.
En el saludo que les dirigió en español (los arzobispos eran todos latinoamericanos), el Papa explicó que «estos nuevos pastores metropolitanos, al recibir esta insignia pontifical sienten el deber de fomentar estrechos vínculos de comunión con el Sucesor de Pedro y entre sus diócesis sufragáneas, para que resplandezca la figura de Cristo».
«A los fieles y amigos que los acompañáis, os ruego que sigáis cercanos a ellos con la oración y con una colaboración generosa y leal, para que en su misión cumplan siempre la voluntad de Dios», dijo el Santo Padre.
El Papa pidió «a la Virgen María, tan querida y venerada en Latinoamérica, que siga protegiendo el ministerio pastoral de estos arzobispos y derrame su amor materno sobre los sacerdotes, comunidades religiosas y fieles de sus arquidiócesis».