CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 5 julio 2007 (ZENIT.org).- Las familias, particularmente en medio de las dificultades que hoy atraviesan, no pueden sentirse abandonadas por la Iglesia, ha exigido Benedicto XVI.
Asimismo ha denunciado las presiones que se dan para introducir el aborto en la República Dominicana al recibir este jueves a sus obispos con motivo de su quinquenal visita «ad limina apostolorum».
«La nueva evangelización –considera– tiene también como un objetivo primordial la familia. Ella es la verdadera «Iglesia doméstica», sobre todo cuando es fruto de las comunidades cristianas vivas de las que surgen jóvenes con verdadera vocación al sacramento del matrimonio».
«Las familias no están solas ante los grandes desafíos que deben afrontar; la comunidad eclesial les da apoyo, las anima en la fe y salvaguarda su perseverancia en un proyecto cristiano de vida sujeto con frecuencia a tantos avatares y peligros», aseguró el pontífice.
«La Iglesia promueve que la familia sea de verdad el ámbito donde la persona nace, crece y se educa para la vida, y donde los padres, amando con ternura a sus hijos, los van preparando para unas sanas relaciones interpersonales que encarnen los valores morales y humanos en medio de una sociedad tan marcada por el hedonismo o la indiferencia religiosa».
El obispo de Roma pidió que las comunidades eclesiales, «en colaboración con las instancias públicas», velen «por salvaguardar la estabilidad de la familia y favorecer su progreso espiritual y material, lo cual redundará en una mejor formación de los hijos».
Al mismo tiempo, exigió el apoyo del Estado a la familia, en momentos en que aumentan en la República Dominicana «el drama del divorcio y las presiones para legalizar el aborto», así como las «uniones no acordes con el designio del Creador sobre el matrimonio».