CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 9 julio 2007 (ZENIT.org).- El testimonio de caridad de la joven Santa Isabel de Hungría mantiene toda su actualidad para sus compatriotas, para los europeos y para los fieles de todo el mundo, reconoce el Papa.
Las celebraciones especiales por el VIII centenario del nacimiento de esta gran figura de la Iglesia universal han dado ocasión a Benedicto XVI para realzarla, en una carta enviada con esta ocasión al cardenal Péter Erdő –arzobispo de Esztergom-Budapest-, primado de Hungría y presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa.
Para el Papa, las fiestas por este centenario –a las que se une espiritualmente- serán una oportunidad «para proponer a todo el Pueblo de Dios y especialmente a Europa el espléndido testimonio de esta santa «europea», cuya fama traspasó los confines de su patria, involucrando a muchísimas personas también no cristianas en todo el continente».
Nacida en 1207 en la nueva Hungría cristiana, Isabel hizo propio el programa de Jesucristo, Hijo de Dios, quien haciéndose hombre –apunta el Papa- «se despojó de sí mismo asumiendo la condición de siervo» (Flp 2,7); con la ayuda de «óptimos maestros» «se situó tras las huellas de San Francisco de Asís, proponiéndose como personal y último objetivo conformar su existencia a la de Cristo».
Llamada al matrimonio con el príncipe Luis VI de Turingia, Isabel «no cesó de dedicarse a la atención de los pobres, en quienes reconocía el semblante del Divino Maestro», recuerda Benedicto XVI.
De tal forma vivió, que «supo unir las dotes de esposa y madre ejemplar –recalca el Papa- al servicio de las virtudes evangélicas, aprendidas en la escuela del Santo de Asís»; «se reveló verdadera hija de la Iglesia, ofreciendo un testimonio concreto, visible y significativo de la caridad de Cristo».
Son innumerables las personas que, a lo largo de los siglos, «han seguido su ejemplo, contemplándola como un modelo de reflejo de virtudes cristianas, vividas de manera radical en el matrimonio, en la familia y también en la viudedad», constata el Santo Padre en su misiva, difundida el sábado –en italiano, húngaro y alemán- por la Oficina de Información de la Santa Sede.
En Santa Isabel de Hungría –fallecida a la edad de 24 años- también «se han inspirado personalidades políticas, sacando de su figura impulso para trabajar en la reconciliación de los pueblos», subraya Benedicto XVI.
El pasado 17 de noviembre dio inicio, en Roma, el año internacional dedicado a Isabel de Hungría, una iniciativa –reconoce el Santo Padre- «que está brindando nuevos estímulos para comprender mejor la espiritualidad» de la santa, «quien recuerda aún hoy a sus compatriotas y a los habitantes del continente europeo la importancia de los valores imperecederos del Evangelio».
El Papa confía en que el conocimiento más profundo de la personalidad y obra de Santa Isabel de Hungría y Turingia «ayude a redescubrir cada vez con conciencia más viva las raíces cristianas de Hungría y de la propia Europa, impulsando a los responsables a desarrollar de manera armónica y respetuosa el diálogo entre Iglesia y sociedad civil, para construir un mundo realmente libre y solidario».
El Santo Padre expresa igualmente su deseo de que este año internacional constituya «para húngaros, alemanes y para todos los europeos una ocasión cuánto más propicia para evidenciar la herencia cristiana recibida de sus padres», para continuar «sacando de aquellas raíces la linfa necesaria para una fructificación abundante en el nuevo milenio hace poco iniciado».