El reciente Motu Proprio abre el camino de regreso para los lefevbrianos

Declara el presidente de la Pontificia Comisión «Ecclesia Dei»

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ROMA, miércoles, 11 julio 2007 (ZENIT.org).- Si bien el reciente Motu Propio del Papa –sobre un uso más abierto del Misal antiguo- no se ha hecho específicamente para los seguidores del arzobispo cismático Marcel Lefebvre (que fundó la Fraternidad Sacerdotal San Pío X), ciertamente el documento les «abre la puerta de par en par para un retorno a la plena comunión» con la Iglesia católica, reconoce el presidente de la Pontificia Comisión «Ecclesia Dei».

Dos usos del único rito romano para reforzar la reconciliación dentro de la Iglesia: ha sido el objetivo de Benedicto XVI con la promulgación, el 7 de julio, de la Carta Apostólica en forma de «Motu proprio» «Summorum Pontificum» sobre el uso de la liturgia romana anterior a la reforma de 1970. El Papa acompaña el documento de una carta a los obispos de todo el mundo.

La Pontificia Comisión «Ecclesia Dei» -que preside el cardenal Darío Castrillón Hoyos-, erigida por Juan Pablo II en 1988, además de las facultades de las que ya goza, ejercitará la autoridad de la Santa Sede vigilando sobre la observancia y aplicación de estas nuevas disposiciones.

En una entrevista concedida el domingo al diario italiano «Il Giornale», el purpurado despejó equívocos sobre el nuevo documento. «La carta del Papa es clara. Es una decisión que brota del corazón y de la inteligencia de un Papa que ama y conoce bien la liturgia» y que «quiere que se conserve el patrimonio representado por la liturgia antigua, sin que esto signifique contraposición alguna con la nueva Misa», subraya.

«A Roma han llegado miles de cartas de personas que pedían la libertad de poder participar en el antiguo rito», explica el purpurado colombiano.

El Motu Proprio establece que el Misal Romano promulgado por Pablo VI (procediendo a la reforma litúrgica, en 1970) –y reeditado dos veces por Juan Pablo II– es y permanece como forma normal u ordinaria de la Liturgia Eucarística de la Iglesia católica de rito latino.

Por su parte, el Misal Romano promulgado por San Pío V y editado nuevamente por el beato Juan XXIII (en 1962, cuando la Misa se celebraba en latín) podrá ser utilizado como forma extraordinaria de la celebración litúrgica.

Así que en el Motu Proprio «no existe nada que marque el más mínimo desapego del Concilio» Vaticano II, el cual –insiste el cardenal Castrillón- «no prohibió la antigua Misa».

Respecto a los pontificados precedentes, la sospecha de ruptura es inexistente: «No hay contraposición. Pablo VI concedió inmediatamente después de la entrada en vigor del nuevo misal la posibilidad de celebrar con el antiguo rito, y el Papa Wojtyla pretendía preparar un Motu Proprio similar al ahora promulgado», señala.

Además, «con este Motu Proprio se abre de par en par la puerta para un retorno a la plena comunión de la Fraternidad de San Pío X. Si después este acto no sucede este retorno, verdaderamente no lo sabría entender», reconoce el purpurado en el diario italiano.

«Pero desearía precisar que el documento papal no ha sido hecho para los lefebvrianos, sino porque el Papa está convencido de la necesidad de subrayar que existe una continuidad en la tradición y que en la Iglesia no se procede por fracturas. La antigua Misa nunca fue abolida ni prohibida», concluye.

La Pontificia Comisión «Ecclesia Dei» fue instituida por Juan Pablo II cuando un grupo notable de sacerdotes, religiosos y fieles que habían manifestado su descontento con la reforma litúrgica conciliar y se habían congregado bajo el liderazgo del arzobispo francés Lefebvre, se separaron de éste porque no estuvieron de acuerdo con la acción cismática de la ordenación de obispos sin el debido mandato pontificio. Ellos, entonces, prefirieron mantener la plena unión con la Iglesia.

El Santo Padre, mediante el Motu Proprio «Ecclesia Dei Adflicta», confió a esta Comisión el cuidado pastoral de estos fieles tradicionalistas.

Actualmente la actividad de la Comisión no se limita al servicio de aquellos fieles ni a los esfuerzos encaminados a poner fin a la dolorosa situación cismática y a lograr el regreso de estos hermanos de la fraternidad San Pío X a la plena comunión.

El dicasterio extiende su servicio a satisfacer las justas aspiraciones de cuantos, por una sensibilidad particular, sin haber tenido vínculos con los dos grupos citados, desean mantener viva la liturgia latina anterior en la celebración de la Eucaristía y de los demás sacramentos.

Presidente de la Pontificia Comisión desde el año 2000, la labor del cardenal Castrillón ha sido decisiva para superar, en enero de 2002, el cisma de la Fraternidad de San Juan María Vianney, un grupo tradicionalista brasileño cercano a las posiciones del arzobispo Lefebvre.

El pasado septiembre, la actividad del purpurado favoreció la creación, en Francia, del Instituto del Buen Pastor, del que forman parte sacerdotes y seminaristas que han dejado la Fraternidad de San Pío X y que han querido regresar a la comunión plena con Roma.

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ZENIT Staff

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