Así comentó el purpurado la carta de Benedicto XVI a los católicos chinos, publicada por el Vaticano el 30 de junio pasado, en la que el Santo Padre lanza un llamamiento a la unidad de la Iglesia en aquél país y a la reconciliación, incluso con sus autoridades.
«Es extraordinario el movimiento de meditación y de reflexión, a menudo a través de internet, de las comunidades patrióticas oficiales y clandestinas», dijo el cardenal Bertone.
En la entrevista, el secretario de Estado afirma que «dirigiéndonos a China hemos pensado en el proyecto moral de Confucio, en aquellas raíces que están de algún modo cercanas a las cristianas. Confucio decía que el hombre o es un ser moral no no es verdadero hombre».
«La gran tradición de Confucio: la moralidad. La ley moral natural es objetivamente insuficiente no sólo en relación a la totalidad del plan salvífico de Dios en Jesucristo sino incluso en orden a la vida social tanto en el ámbito del Estado y de la comunidad civil como en el ámbito de aquella religiosa», subrayó.
«De las instituciones chinas –añadió– no hemos tenido todavía señales precisas y estamos a la espera. Estamos en un momento de reflexión y de volver a pensar».
«La Carta tiene un significado de confianza en el pueblo chino y en sus gobernantes para que reconsideren un poco la actitud hacia la Iglesia Católica que quiere colaborar por el bien del pueblo chino», concluyó.