El cardenal Bergoglio en una sinagoga por el Año Nuevo judío

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«Mis hermanos mayores», reconoce

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 10 agosto 2007 (ZENIT.orgAica).- El arzobispo de Buenos Aires y primado de Argentina, cardenal Jorge Mario Bergoglio, participó este sábado en la sinagoga Benei Tikvá Slijot de un oficio religioso con motivo del Año Nuevo judío (Rosh Hashaná), en el que se cantaron himnos de arrepentimiento y alabanza.

El rabino Abraham Skorka explicó el significado de la palabra Teshuvá, «contrición, retornar a Dios», y precisó que Maimónides lo interpretaba así: «Allí donde te has equivocado, si se presenta una situación semejante, procura no caer en el mismo error».

Mientras Skorka invitaba a «compartir para reparar el mundo bajo el reinado de Dios», el rabino Mario Hendler llamó a cada uno a mirar su interior con humildad. En tanto, la rabina Graciela Grynberg, que condujo los cantos, oró: «Señor, enséñanos a escuchar tu palabra y tu voz en cada día de nuestras vidas».

El cardenal Bergoglio explicó que «hoy, aquí en esta sinagoga, tomamos nuevamente conciencia de ser pueblo en camino y nos ponemos en presencia de Dios. Es un alto en el andar para mirarlo a Él y dejarnos mirar por Él, para examinar nuestro corazón en Su presencia y preguntar si caminamos siendo irreprochables».

«También yo lo hago, como caminante, junto a ustedes, mis hermanos mayores», enfatizó el purpurado porteño.

Tras utilizar varias veces dos palabras «fidelidad» y «ternura» para refererirse a «ese Señor que es perdonador y paciente», sostuvo que «hoy seguramente encontraremos cosas que reprocharnos y situaciones en las que no hemos caminado en su presencia. Se nos pide lealtad para reconocerlas, para aceptar que eso es así, pero fundamentalmente se nos pide que toda esa falencia, esa mezquindad, ese pecado no lo escondamos en la inmanencia oscura de la culpa sino que lo pongamos ante la mirada del Dios fiel, de ese Señor que es perdonador y paciente».

«Y esto lo hagamos con coraje y confianza sabiendo que Su fidelidad conlleva una infinita ternura, conscientes de que es Él quien nos invita a acercamos para derramar esa fidelidad-ternura en abundante misericordia: «Aunque sus pecados sean como la escarlata, se volverán blancos como la nieve: nos promete; aunque sean rojos como la púrpura, serán como la lana», concluyó.

Puede leerse el discurso del cardenal en la página web de la agencia de noticias Aica.

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ZENIT Staff

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