CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 17 de septiembre de 2007 (ZENIT.org). – Benedicto XVI ha confesado su esperanza de seguir avanzando en la comunión plena y visible entre ortodoxos y católicos en un mensaje enviado con ocasión del X Simposio Intercristiano, que se celebra del 16 al 18 de septiembre en Tinos, isla griega de las Cicladas.
El Simposio se titula «San Juan Crisóstomo, puente entre Oriente y Occidente» y está promovido por el Instituto Franciscano de Espiritualidad de la Pontificia Universidad «Antonianum» de Roma y por el Departamento de teología de la Facultad teológica de la Universidad Aristóteles de Tesalónica.
El tema ha sido elegido con motivo del 1600° aniversario de la muerte de san Juan Crisóstomo, considerado padre común en Oriente y en Occidente, que tuvo lugar en el destierro el 14 de septiembre del año 407.
La elección de Tinos como sede del Simposio está en gran parte motivada por la presencia en la isla del santuario de la anunciación de la «Panaghiá Evangelístria», donde se venera un icono milagroso de la Virgen «Toda Santa».
Esta iniciativa entre dos Facultades teológicas se desarrolla cada dos años y está alternativamente hospedada por la Iglesia ortodoxa o por la Iglesia católica. El Simposio tiene por objetivo una incesante búsqueda del patrimonio común de fe y tradiciones entre católicos y ortodoxos.
En el mensaje, dirigido al cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la unidad entre los Cristianos, Benedicto XVI acoge esta iniciativa explicando que «la cooperación ecuménica en ámbito universitario contribuye a tener viva la tensión hacia la deseada comunión entre todos los cristianos».
San Juan Crisóstomo, Patriarca de Constantinopla y Doctor de la Iglesia, fue «un atrevido, iluminado y fiel predicador de la Palabra de Dios, sobre el que fundó su acción pastoral», recuerda el pontífice en su carta.
Al mismo tiempo, el obispo de Roma continúa diciendo que fue también «un extraordinario hermeneuta y predicador, tanto que le fue atribuido desde el siglo V el título de “crisóstomo”, es decir, Boca de oro, y cuya contribución a la formación de la liturgia bizantina es conocida por todos».
«Por el ánimo y la fidelidad de su testimonio evangélico sufrió persecución y el destierro», añade luego el Papa.
Como señalado por el mismo Benedicto XVI, el cuerpo del santo, probablemente sustraído durante el imperio latino de Constantinopla, que duró del 1204 hasta el 1258, descansa desde el 1 de mayo de 1626 en la Basílica de San Pedro.
Como gesto para consolidar el camino de reconciliación entre las dos Iglesias, el 27 de noviembre del 2004 Juan Pablo II decidió regalar parte de las reliquias de San Juan Crisóstomo, junto a las de San Gregorio de Nazianzo, al patriarca ecuménico Bartolomé I.
El Simposio, añade Benedicto XVI, «contribuirá a sustentar y corroborar la comunión verdadera, aunque imperfecta, existente entre católicos y ortodoxos, hasta que se pueda llegar a aquella plenitud que nos permitirá de concelebrar un día la única Eucaristía».
«Y es justo a aquel día bendito al que miramos todos con esperanza promoviendo iniciativas como esta», indica.
Finalmente el Papa, saludando a los fieles ortodoxos y católicos de Grecia, dirige un mensaje particular y asegura sus oraciones al arzobispo de Atenas y de todo Grecia, Su Beatitud Christódulos, «para que pueda retomar cuanto antes su servicio pastoral», pues se encuentra enfermo.
Durante el Simposio, las ponencias, desarrolladas por profesores ortodoxos y católicos, examinarán la figura, la obra y la influencia del Padre y Doctor de la Iglesia bajo muchos aspectos, entre los cuales los escritos sobre la comunión con las Iglesias de Occidente, el sentido de la unidad y la catolicidad de la Iglesia y su valencia ecuménica, la presencia de los laicos en la Iglesia y la recepción de San Juan Crisóstomo por parte del Vaticano II, así como el amor ecuménico de Crisóstomo y su presencia en la obra de san Agustín.