Los gitanos se convierten en protagonistas de la evangelización

Sergio Rodríguez publica «Apuntes de pastoral gitana»

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BARCELONA, martes, 18 septiembre 2007 (ZENIT.org).- Después de haber sido considerados como «objetos» de evangelización, los gitanos se están convirtiendo en protagonistas de la acción misionera, constata un estudio recién publicado por Sergio Rodríguez (Barcelona, 1970).

Periodista, miembro laico de la Familia Salesiana, el autor trabaja con el pueblo gitano desde hace quince años, especialmente desde el voluntariado en el Secretariado de Pastoral Gitana de Barcelona y el Equipo de Pastoral Gitana de la Conferencia Episcopal Española.

Su experiencia y estudios han sido recogidos en el libro «Apuntes de pastoral gitana» (editado por CCS, Central Catequística Salesiana) una de las escasas obras sobre esta materia, destinada a las personas que trabajan en la evangelización de este pueblo que está formado en todo el mundo por casi 15 millones de personas.

«La idea de escribir esta obra surge desde la constatación de que para trabajar con un pueblo que tiene una identidad tan definida hace falta una metodología específica», explica Sergio Rodríguez en declaraciones a Zenit.

«A menudo, con la mejor voluntad, se llevan a cabo acciones muy laboriosas pero de escasa utilidad pastoral», constata Rodríguez, quien asesora a la Comisión Europea como experto en educación.

Partiendo de experiencias concretas, el libro intenta ayudar a los agentes de pastoral a entender la conocer la historia de este pueblo, su mentalidad y su religiosidad, para ofrecerles después recursos prácticos para el día a día, desde recursos catequéticos y celebrativos hasta elementos de animación socio-cultural.

En este sentido, lleva al día a día las «Orientaciones para una Pastoral de los Gitanos» que el Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes hizo públicas en el año 2006.

«Los gitanos, que parten de la India en el siglo X, son un pueblo de una clara identidad oriental, lo que marca su mentalidad y su religiosidad», indica Rodríguez, quien está acabando un doctorado en la Facultad Eclesiástica de Filosofía de Cataluña con una tesis sobre la identidad gitana.

«Es imprescindible entender ambas si queremos trabajar con las familias gitanas. Hay que valorar la cultura gitana como lugar de evangelización, sabiendo hacer una lectura del Evangelio desde sus pautas culturales y favoreciendo una síntesis entre fe y cultura gitana», añade.

«Al mismo tiempo, hay que favorecer que los gitanos pasen de ser objetos a sujetos de evangelización, permitiendo que sean ellos quienes tengan el protagonismo en la evangelización de su pueblo».

«Para ello es fundamental desvelar en ellos opciones de compromiso cristiano, mejorar su formación cristiana y construir comunidades que permitan procesos de crecimiento espiritual, individual y colectivo. Hay que convertir en realidad aquella frase que Pablo VI pronunció en 1964, en Pomezia: «Los gitanos estáis en el corazón de la Iglesia»».

La incidencia del pentecostalismo entre los gitanos, muy significativa en las dos últimas décadas, ha empezado a remitir, al situar muchas diócesis la pastoral gitana en sus agendas diocesanas, creando estructuras específicas y optando por esta metodología un culturada.

Hoy en día son 60 los gitanos que han optado por el sacerdocio, el diaconado o la vida consagrada en todo el mundo.

Al margen de Ceferino Jiménez, que fue beatificado por Juan Pablo II hace ahora diez años, se han impulsado dos nuevas causas de beatificación, también del contexto de la Guerra Civil española, que acaban de superar sus fases diocesanas.

Son los siervos de Dios gitanos Emilia Fernández Rodríguez (1916-1939) y Juan Ramón Gil Torres (1887-1936), de las diócesis de Almería y Alicante, respectivamente.

«Aunque su bienestar ha aumentado, gracias en gran medida a la iniciativa eclesial, aún hay entre ellos muchas carencias sociales. El acceso a la educación, la vivienda o el empleo aún no está garantizado», explica el autor del libro.

«Sin embargo, es mucho lo que podemos aprender de los gitanos. En un Occidente que parece querer negar el hecho religioso y la justicia social, los gitanos constituyen un reducto de fe y un tesoro de solidaridad», indica.

«En las circunstancias más difíciles, de carencias materiales y situaciones de discriminación, continúan testimoniando que otro mundo mejor es posible: un lugar donde la familia sea el centro de la vida, donde niños y ancianos sean respetados, donde la solidaridad constituya el motor de las relaciones sociales, donde los recursos naturales sean utilizados de forma sostenible… y un corazón donde Dios ocupe el centro», constata.

El libro también contiene una investigación histórica sobre la relación de los gitanos con la Iglesia.

El primer documento eclesial que se refiere a ellos es una la bula del papa Sixto V que identificaba a los gitanos como peregrinos en camino hacia Santiago de Compostela, gracias a la que pudieron acceder a la mayoría de países europeos.

A lo largo de los siglos, san Felipe Neri o los beatos Pedro Poveda y Manuel González se han ocupado específicamente de ellos.

En 1958 el papa Pío XII, al crear la Obra Asistencial y Moral del Nómada, les dio un lugar específico en la Curia vaticana. El Concilio Vaticano II les cita específicamente en su decreto «Christus Dominus».

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ZENIT Staff

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