Benedicto XVI recibió este lunes al primer grupo de prelados, liderados por el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Antoine Ganyé, obispo de Dassa-Zoumé.
En el país africano, confesó el prelado, «hay muchas dificultades».
No es fácil por ejemplo «que los laicos acepten de buen grado el sacramento del matrimonio». La poligamia «lamentablemente, es un residuo de antiguas tradiciones que todavía persiste».
Otro problema subrayado por el obispo es el sincretismo: «Somos cristianos pero existe siempre la tendencia a que el ambiente del que provenimos se imponga».
En cuanto a la formación de los sacerdotes indica que «en el Seminario mayor de Ouidah, algunos estudiantes lamentaron la cualidad de la formación y también la escasez de manuales de estudio».
Dado que faltan docentes, explicó monseñor Ganyé, «todos los obispos decidieron enviar a sus sacerdotes a ocuparse de los jóvenes en formación. También hemos enviado a algunos al extranjero».
Según el prelado, los aspirantes a sacerdotes «deben ser los primeros responsables de su formación», y los obispos de Benin están «dispuestos a seguir a los candidatos al sacerdocio con un discernimiento incluso serio porque no todos serán sacerdotes», insistiendo «en la cualidad en lugar de en el número».
«No podemos pedir a los estudiantes que logren un cierto nivel si faltan luego los instrumentos. Ciertamente los medios faltan. Pero haremos todo lo posible», añadió, lamentando la escasez de libros.
En cuanto a la acción de la Iglesia a favor de los jóvenes de Benin, monseñor Ganyé dijo que «ayudar quiere decir tener los medios». «Hagamos lo que podamos con lo que tenemos, creando, entre otras cosas, escuelas profesionales», prosiguió, subrayando que la Iglesia «sigue también a los jóvenes del campo».
La Iglesia católica trata de hacer frente así mismo a otras emergencias en el país: «En todas las parroquias no falta gente que llama a la puerta del sacerdote, de las religiosas y del obispo para pedir ayuda. Pido siempre a mis sacerdotes que escuchen a la pobre gente para que no les falte al menos el consuelo de la Iglesia. Y escuchando se puede llegar a alguna solución.
A nivel político, el prelado constata que «es en verdad triste que en nuestro país la corrupción esté tan generalizada».
«Los obispos hemos comprendido que era importante ayudar a los dirigentes y a los hombres políticos. Por ello hemos dedicado a ello capellanes», explica.
«La Iglesia nos ha enseñado y nos enseña el respeto por el bien común, pero no se logra comprender por qué lo que preocupa a nuestros compatriotas es sólo el bien de la propia familia y de su grupo».
«Me auguro de verdad que tal plaga sea pronto sanada –concluye–. No sólo en Benin, sino en toda África.
Benin tiene siete millones de habitantes, de los que el 23% es cristiano, el 10% musulmán y el 65% practica las religiones tradicionales.