ROMA/ZAGREB, jueves, 20 septiembre 2007 (ZENIT.org).- Dar alma cristiana a la cultura en la que vive la comunidad eclesial: ésta es la misión específica del capellán universitario, un ministerio en el que profundizará el encuentro europeo –en Zagreb, del 21 al 23 de septiembre— de delegados nacionales de pastoral universitaria.
Será la primera cita desde la reestructuración de la Comisión Catequesis-Escuela-Universidad del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE).
Secretario de esta Comisión, monseñor Lorenzo Leuzzi reconoce a Zenit que «la presencia y la acción» de ésta «entre los organismos del CCEE es particularmente significativa y tal vez «piloto» en el contexto pastoral contemporáneo».
«Se tratará de una intensa experiencia de comunión eclesial y de profunda espiritualidad apostólica», anuncia monseñor Leuzzi.
«La nueva configuración de la Comisión no es una sencilla revisión jurídico-estructural», precisa, «sino la necesaria cualificación eclesial del trabajo desarrollado por el Comité Europeo de los Capellanes Universitarios que ha procurado sostener, y en algunos casos promover, la pastoral universitaria tanto a nivel europeo como nacional».
La cita de Zagreb se distancia en pocos meses del Encuentro Europeo de Profesores Universitarios, que acogió Roma en junio con la participación de más de tres mil docentes.
Ahora los responsables nacionales buscan reflexionar sobre las perspectivas de la pastoral universitaria en Europa en vista del Proceso de Bolonia –que concluirá en 2010–.
El obispo Marek Jedraszewski –vicepresidente de la Comisión del CCEE— abrirá las jornadas de Zagreb; éstas, coordinadas por monseñor Leuzzi, reflexionarán sobre el camino de los docentes universitarios, el Encuentro Europeo de los Estudiantes Universitarios 2009 y la formación de los capellanes universitarios.
Con ocasión del apuntado encuentro de junio, Benedicto XVI subrayó «la necesidad de un estudio exhaustivo de la crisis de la modernidad».
Así que, siguiendo a monseñor Leuzzi, «se tratará de tener viva en la cultura universitaria la cuestión de la relación entre teísmo y nuevo humanismo, que en los últimos años se vuelve a proponer en términos de contraposición ya no agresiva como en el pasado».
De hecho, «Europa ha vivido momentos de gran creatividad cultural cuando se han desarrollado líneas de pensamiento capaces de conjugar verdad de Dios y verdad del hombre», recordó.
«Esta nueva exigencia de un renovado diálogo entre teología y antropología recoge la segunda indicación del Papa: «la ampliación de nuestra idea de racionalidad»», apunta el secretario de la Comisión episcopal europea Catequesis-Escuela-Universidad.
«Varias veces en su Magisterio, sobre todo durante sus viajes en Europa», el Papa «ha pedido un esfuerzo más convincente y más valiente para identificar nuevos caminos de investigación de la realidad, cada vez más compleja y dinámica», subraya monseñor Leuzzi.
Asimismo el Santo padre ha recalcado frecuentemente la necesidad de «recuperar el «realismo de la fe» en Jesucristo –añade–, evitando que el cristianismo sea relegado al mundo del mito o de la emoción».
En su opinión, «las palabras del Papa y el testimonio de muchos profesores universitarios pueden dar impulso y realización, con nuevas energías y perspectivas culturales, al proyecto de la Exhortación Apostólica «Ecclesia in Europa» (puntos 58 y 59) de involucrar a todas las Iglesias locales en un renovado diálogo con la comunidad académica».
«La pastoral universitaria, inserta en el horizonte indicado por Benedicto XVI, se sitúa como «pastoral ordinaria» de cada Iglesia local, tanto en la perspectiva del diálogo institucional entre Iglesia y Universidad como en la óptica formativa y vocacional de los universitarios en la Iglesia y en la sociedad», aclara monseñor Leuzzi.
El secretario de la Comisión episcopal está convencido de que la elección de profundizar «en el estudio de la formación de los capellanes universitarios es particularmente estratégica para promover una verdadera «conversión pastoral» para todas las Iglesias locales».
«No se trata de un sencillo ministerio, sino de una presencia apostólica que debe incluirse en el tejido vivo de la comunidad diocesana, para animar cristianamente la cultura en la que vive la comunidad eclesial», concluye.