PEKÍN, lunes, 24 septiembre 2007 (ZENIT.org).- Antes de comenzar la celebración de su primera como nuevo obispo de Pekín, el domingo monseñor Giuseppe Li Shan expresó: «Quiero dar las gracias al Papa».
En la antigua iglesia de San Salvador inició así su ministerio –confirma «AsiaNews.it», del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras– dos días después de su ordenación episcopal.
De acuerdo con la agencia del PIME, estas pocas palabras del prelado han despejado entre los fieles las dudas que aún tenían sobre la licitud de su ordenación.
El pasado viernes, poco tiempo después de la ordenación de monseñor Li, un artículo de crónica del diario oficioso del Vaticano «L’Osservatore Romano» daba cuenta de la celebración, aludiendo también a la del 8 de septiembre, en este caso de monseñor Paolo Xiao Zejiang –arzobispo coadjutor de Guiyang (v. Zenit, 21 septiembre 2007).
«Cientos de fieles participaron en las ordenaciones episcopales de los dos sacerdotes, que habían sido indicados a la Santa Sede por las respectivas comunidades católicas locales como candidatos dignos e idóneos», apuntó el diario romano.
«Las comunidades católicas de Guiyang y de Pekín, al tener noticia de la comunión concedida por el Papa a monseñor Xiao y a monseñor Li, se han reunido en fiesta en torno a los nuevos pastores», se publicó en sus páginas.
En cualquier caso, también se apuntó que había suscitado «pesar la participación, en el rito sacramental, de algún obispo que no está en comunión con la Santa Sede».
El nuevo arzobispo de Pekín había recibido la aprobación vaticana tiempo atrás –observa «AsiaNews.it»–, confirmada después con el citado artículo del diario vaticano.
Monseñor Li ha prometido ir visitando, poco a poco, todas las parroquias y a los fieles de su circunscripción eclesial, formada por cincuenta mil católicos.
En su homilía el prelado señaló la urgencia de que todos los católicos de Pekín vivan la misión en sus ambientes, dado que la sociedad china está en busca de valores espirituales –añade la agencia del PIME–; pidió además que todos, sacerdotes y laicos, estén unidos en esta labor.