CASTEL GANDOLFO, domingo, 30 septiembre 2007 (ZENIT.org).- Los obispos deben ser «ángeles» para los demás, explicó Benedicto XVI este sábado, en la misa de ordenación de seis nuevos sucesores de los apóstoles.
En una basílica de San Pedro llena de fieles, impuso por primera vez como Papa las manos a seis prelados: cinco italianos y un polaco, monseñor Mieczyslaw Mokrzycki, quien ha sido segundo secretario privado de Juan Pablo II y del mismo Papa Joseph Ratzinger, quien será arzobispo coadjutor del cardenal Marian Jaworski, en la archidiócesis ucraniana de Lviv de los Latinos.
Los demás consagrados son el arzobispo Gianfranco Ravasi, nuevo presidente del Consejo Pontificio de la Cultura; el arzobispo Tommaso Caputo, nuncio apostólico en Malta y Libia; el arzobispo Francesco Giovanni Brugnaro, pastor de la arquidiócesis italiana de Camerino-San Severino Marche, el obispo Sergio Pagano, nuevo prefecto del Archivo Secreto Vaticano, y el obispo Vincenzo Di Mauro, secretario de la Prefectura de los Asuntos Económicos de la Santa Sede.
En la fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, Benedicto XVI recordó que en la Iglesia antigua los obispos eran llamados «ángeles» porque su servicio recuerda la naturaleza misma de las criaturas celestiales.
«Son mensajeros de Dios. Llevan a Dios a los hombres, abren el cielo y de este modo abren la tierra», dijo.
«Precisamente porque están ante Dios pueden estar también muy cerca del hombre. Dios, de hecho, es más íntimo de cada de nosotros de lo que lo somos nosotros mismos».
«Los ángeles hablan al hombre de su verdadero ser, de lo que en su vida con frecuencia queda cubierto y sepultado. Le invitan a volver a entrar en sí mismo, tocándole de parte de Dios», aclaró
«En este sentido, también nosotros, seres humanos, tenemos que ser ángeles los unos de los otros, ángeles que nos sacan de caminos equivocados y que nos vuelven a orientar hacia Dios», subrayó.
Esta labor, siguió aclarando, compete particularmente a los obispos, quienes «deben ser hombres de Dios, tienen que vivir orientados hacia Dios».
«El obispo debe ser un hombre de oración, debe interceder por los hombres ante Dios –subrayó–. Cuanto más lo hace mejor comprende también a las personas que se le han encomendado y puede convertirse para ellas en un ángel, un mensajero de Dios que les ayuda a encontrar su verdadera naturaleza, a sí mismas, y a vivir la idea que Dios tiene de ellas».
Junto al Papa, los otros dos obispos consagrantes fueron el cardenal Tarcisio Bertone, S.D.B., secretario de Estado, y el cardenal Jaworski.