CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 21 septiembre 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha aprobado la ordenación episcopal de dos nuevos obispos para las diócesis chinas de Guiyang y Pekín.

El sacerdote Paolo Xiao Zejiang fue ordenado arzobispo coadjutor de Guiyang (Kweyang), en la provincia de Guizhou, el pasado 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de la Virgen María.

Este viernes, festividad de San Mateo Apóstol y Evangelista, el sacerdote Giuseppe Li Shan ha sido ordenado arzobispo de Pekín.

Cientos de fieles participaron en las ordenaciones episcopales de los dos sacerdotes, que habían sido indicados a la Santa Sede por las respectivas comunidades católicas locales como candidatos dignos e idóneos, según apunta en una crónica «L’Osservatore Romano», diario oficioso del Vaticano.

Presidió la ordenación de monseñor Xiao --como principal consagrante-- el arzobispo de Guiyang, monseñor Aniceto Wang Chongyi, ayudado por monseñor Luigi Yu Runshen y monseñor Paolo He Zeqing, respectivamente obispo de Hangzhong (Hanchung) y auxiliar de Wanxian (Wanhsien).

En Pekín la ceremonia de consagración de monseñor Li fue presidida por monseñor Giovanni Fang Xingyao, obispo de Linyi (Ichow), ayudado por monseñor Pietro Fang Jianping de Yongping (Tangshan) y por monseñor Paolo Pei Junmin de Shenyang (Mukden).

Los citados prelados consagrantes están en comunión con el Papa y están reconocidos por el gobierno, se lee en la crónica del diario vaticano.

«Las comunidades católicas de Guiyang y de Pekín, al tener noticia de la comunión concedida por el Papa a monseñor Xiao y a monseñor Li, se han reunido en fiesta en torno a los nuevos pastores, mientras que ha suscitado pesar la participación, en el rito sacramental de algún obispo que no está en comunión con la Santa Sede», añade.

El diario se hace altavoz del «deseo de que todas las diócesis puedan tener pastores dignos e idóneos, capaces de vivir en plena comunión con la Iglesia católica y con el sucesor de Pedro, y de anunciar el Evangelio de Jesucristo al Pueblo chino».

Católicos de China y de todo el mundo rezan --asegura— para que se haga realidad cuanto deseó el Papa en su reciente carta a la Iglesia en China: que mediante un diálogo respetuoso y abierto entre la Santa Sede y los Obispos chinos, por un lado, y las Autoridades gubernativas, por otro, se puedan superar las dificultades y se llegue así a un acuerdo provechoso en favor de la comunidad católica y de la convivencia social (n. 12).