CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 4 noviembre 2007 (ZENIT.org).- Ante las amenazas que sufren actualmente las familias, es «indispensable» que éstas recurran a la oración, a la Palabra de Dios, a la vida sacramental y que vivan el mandamiento de Cristo del amor y del perdón, advierte Benedicto XVI.
«Icono y modelo de toda familia humana» es la Sagrada Familia de Nazaret: «no os faltará su apoyo», dijo el Papa a unos cuatrocientos participantes del Encuentro Internacional «Familias Nuevas» –promovido por el Movimiento de los Focolares (www.focolare.org)–, a quienes recibió el sábado en audiencia.
Matrimonios de 34 países de los cinco continentes, responsables de esta rama de los Focolares surgida hace cuatro décadas –que forma una red de 800 mil familias activas en 182 países—, han acudido a esta convocatoria internacional.
Se esfuerzan en promover múltiples actividades al servicio de la familia, comprometidos a hacer de sus casas «hogares» que irradien en el mundo el testimonio de una vivencia familiar trazada por el Evangelio.
De hecho, tema de la presente cita internacional es «Una casa construida sobre roca – El Evangelio vivido, respuesta a los problemas de la familia hoy». «¡El secreto es precisamente vivir el Evangelio!», recalcó el Santo Padre.
«Situaciones complejas y difíciles» viven las familias, como «las incertidumbres de los novios antes elecciones definitivas para el futuro», «crisis de parejas», «separaciones y divorcios», «uniones irregulares», «las condiciones de las viudas», «acogida de menores abandonados», apuntó el Papa.
Por eso expresó su deseo de que –también con ayuda del compromiso de «Familias Nuevas»– «se identifiquen estrategias pastorales» que salgan al encuentro de las «crecientes necesidades de la familia contemporánea y de los múltiples desafíos que enfrenta, a fin de que no decaiga su misión peculiar en la Iglesia y en la sociedad».
«La Iglesia sostiene que el matrimonio y la familia constituyen el primer espacio para el compromiso social de los fieles», recalcó el Santo Padre citando «Christifideles laici», Exhortación apostólica de Juan Pablo II.
«Para llevar a cumplimiento esta vocación suya –siguió Benedicto XVI– la familia, consciente de ser la célula primaria de la sociedad, no debe olvidar que puede sacar fuerza de la gracia de un sacramento, querido por Cristo para corroborar el amor entre hombre y mujer, un amor entendido como don de sí, recíproco y profundo».
Y es que es misión de la familia «custodiar, revelar y comunicar el amor, como reflejo vivo y participación real del amor de Dios por la humanidad y del amor de Cristo el Señor por la Iglesia, Su esposa», subrayó, remitiéndose a cuanto escribió su predecesor en «Familiaris consortio».
«Según el proyecto divino, la familia es un lugar sagrado y santificador, y la Iglesia, desde siempre cercana a ella, la sostiene» en su misión «hoy más todavía, dado que muchas son las amenazas que la golpean desde dentro y desde fuera», confirmó Benedicto XVI.
En este contexto «se necesita la ayuda divina» «para no ceder al desaliento»; «es necesario que toda familia cristiana mire con confianza a la Sagrada Familia», subrayó.
Contando con este apoyo, «es indispensable vuestro recurso constante a la oración –dijo el Papa a las familias—, a la escucha de la Palabra de Dios y una intensa vida sacramental, junto a un esfuerzo jamás abandonado de vivir el mandamiento de Cristo del amor y del perdón».
Por Marta Lago