Cardenal Maradiaga: El subdesarrollo va en contra de la paz

Intervención en la Asamblea del Consejo Pontificio Justicia y Paz

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 22 noviembre 2007 (ZENIT.org).- «Si el desarrollo es el nuevo nombre de la paz, el subdesarrollo provoca tensión y situaciones de conflicto, por este motivo, el desarrollo integral de la humanidad responde a la llamada de Dios», sostiene el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, sdb.

Así explicó el día 21 de noviembre la segunda jornada de los trabajos de la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio Justicia y Paz.

El arzobispo de Tegucigalpa, Honduras, y presidente de «Caritas Internationalis» (CI), explicó que la Doctrina Social de la Iglesia «define los valores y los principios que dan sentido a la vida económica social y política de la humanidad, en la perspectiva del Evangelio».

Según el cardenal Rodríguez Maradiaga, el concepto cristiano de desarrollo debe entenderse como «un parámetro interior específico del ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios».

«El objetivo del desarrollo –añadió el presidente de CI– no es sólo el de elevar a todo el pueblo al nivel de los países ricos, sino basar en el trabajo solidario una vida más digna, en la que puedan crecer efectivamente la dignidad y la creatividad de cada persona, su capacidad de responder a la propia vocación y, por tanto, a la llamada de Dios».

El purpurado precisó que el desarrollo debe tener una «dimensión humana integral» y la «la continua valorización del trabajo».

En este contexto, añadió, «el desarrollo integral de la persona humana se favorece por la mayor productividad y eficacia del trabajo», aunque la empresa no deba ser considerada sólo como «una sociedad de capitales», sino como «una sociedad de personas».

Por esto, la Doctrina Social de la Iglesia subraya el concepto de responsabilidad social de empresa, que hace hincapié en la prioridad de la persona humana y del bien común.

El arzobispo de Tegucigalpa subrayó que «así como existe la responsabilidad colectiva de evitar la guerra, debe existir la responsabilidad colectiva de promover el desarrollo».

«Es posible y obligatorio construir una economía social que orienta hacia el bien común el funcionamiento del mercado», indicó.

«Si el desarrollo es el nuevo nombre de la paz –reveló el cardenal–, el subdesarrollo latinoamericano, con características propias en los diversos países, es una situación de injusticia que promueve tensiones que conspiran contra la paz».

El purpurado auspició la instauración de un orden justo, cuyos principios sean «la caridad, la justicia y la solidaridad, indisolublemente unidas».

«En la obra de evangelización –concluyó el presidente de CI–, la práctica de la caridad y la lucha por la justicia deben considerarse como un paradigma permanente para la Iglesia».

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ZENIT Staff

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