ROMA, lunes, 26 noviembre 2007 (ZENIT.org).- Llamando la atención sobre señales de esperanza y unidad en Irak, Emmanuel III Delly, Patriarca de Babilonia de los Caldeos, se encaminó el sábado a la púrpura cardenalicia.
La víspera, antes de la sesión vespertina del encuentro de reflexión de cardenales de todo el mundo con el Papa, el patriarca caldeo se reunió con un grupo de medios de comunicación, entre ellos Zenit, en la «Domus Romana Sacerdotalis», muy cerca del Vaticano.
«He venido [a Roma] para recibir esta dignidad que el Santo Padre me ha concedido: crearme cardenal para la Iglesia universal –inició–. Doy gracias a la Providencia Divina, doy gracias de corazón al Santo Padre, os doy las gracias todos vosotros, especialmente a los han orado por mí y siguen hoy orando por mi y por mi querido país, Irak, país torturado en estos últimos años. Que el Señor le de la paz, el amor, la caridad y el perdón de unos por otros».
En vísperas del consistorio [del sábado, cuando fue creado cardenal], Benedicto XVI -dijo Emmanuel III Delly- le expresó su deseo de que este gesto sea un signo de reconciliación para Irak, un país al que ama mucho. Así lo volvió a recalcar el Santo Padre horas después, en su homilía del sábado.
El patriarca caldeo quiso manifestar la gran satisfacción del gobierno de su país por la dignidad cardenalicia a la que ha sido llamado. No se ha otorgado «por mi pobre persona –reflexionó–, sino que se ha dado a todos los iraquíes», dentro y fuera de la nación.
«Pero esta dignidad debe ser útil no sólo a Irak, sino a todos nuestros queridos amigos en el mundo, a toda la humanidad», desea.
El obispo auxiliar del patriarcado caldeo en Bagdad, el obispo de Mosul, el embajador de Irak ante la Santa Sede y la ministra iraquí (cristiana) de Derechos Civiles -al frente de la delegación de su país (formada por cristianos y musulmanes) con ocasión del consistorio- acompañaron al patriarca caldeo en este encuentro con los medios, que facilitó el padre Philip Najim -procurador de la Iglesia caldea ante la Santa Sede–.
El sufrimiento de Irak estuvo presente en las preguntas que atendió Emmanuel III Delly, quien precisó: «Lo que ocurre en Irak a los cristianos les ocurre a nuestros hermanos musulmanes, y lo que ocurre a nuestros hermanos musulmanes nos ocurre a los cristianos».
«Hemos vivido catorce siglos juntos, tenemos relaciones juntos»; «es verdad que hay ocasiones en que los cristianos sufren más, por muchas razones», «pero un coche bomba mata igual a musulmanes que a cristianos», deploró.
Entonces hizo hincapié en la necesidad del amor entre todos y de la construcción de la paz. «Invito también a la comunidad internacional a ayudarnos para poder crear esta paz», expresó.
«Invito al pueblo iraquí con las palabras de Nuestro Señor -añadió–: debemos amarnos los unos a los otros, y no sólo al pueblo iraquí, sino a toda la población; así que llamo a la buena voluntad para poder crear la paz en todo el mundo, y especialmente con estas palabras dedico todo mi ser al servicio de la Iglesia y de mi patria».
En cuanto a su misión como cardenal, sintetizó: «He venido para servir, no para ser servido»; «estamos al servicio de la Iglesia universal, no sólo de la caldea -de la que soy patriarca, jefe y padre–, sino de toda la Iglesia»; y «todo lo que he dado a mi pueblo lo seguiré dando siempre; amo a mi patria, la sirvo: todos los iraquíes son iguales para mí, sin distinguir chiíes, suníes, cristianos o kurdos».
Y subrayó que la delegación iraquí llegada a Roma estaba formada por los grupos mencionados y miembros de todas las etnias de su país.
«Esto quiere decir que estamos aún en un Irak unido y seguiré sirviéndolo con todas mis fuerzas hasta la última gota de mi sangre», anunció.
Vista la relativa calma que se va respirando comentó que, en Bagdad, «algunas familias ya han vuelto a Dora y su auxiliar ha ido hace una semana a celebrar la misa en una iglesia que había estado cerrada».
«Es un inicio que esperamos que continué haciendo bien a nuestro pueblo y a todos», porque no sólo han sido atacadas las iglesias -puntualizó–, sino «todos los lugares de culto», como es el caso de 134 mezquitas.
«Las iglesias se van reconstruyendo y la gente empieza a volver a sus lugares. Somos hijos de las esperanza –afirmó–, debemos ser optimistas; el Señor nos protegerá, es nuestro Padre y Él nos ama».
Creado cardenal, estos son los planes inmediatos de Emmanuel III Delly, de 80 años: «Volveré a Irak y seguiré sirviendo a mi país», y «especialmente, también en mis viajes, convenceré a cuantos han dejado el país para que regresen, a fin de poder trabajar y construir Irak juntos».
Por Marta Lago