CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 28 noviembre 2007 ( ZENIT.org).- «Ser protagonistas de un mundo donde reine la comprensión y la solidaridad, la justicia y la paz»: es la invitación de Benedicto XVI a los estudiantes internacionales.
Y es que a estos también se les puede considerar «jóvenes migrantes», a quienes el Papa dedica su mensaje para la próxima Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado -13 de enero de 2008- presentado este miércoles en la Oficina de Prensa de la Santa Sede–.
Los estudiantes extranjeros o internacionales pertenecen a una variedad de clases sociales y procedencias, tienen distintos niveles de madurez, experiencia, preparación intelectual y capacidad lingüística, recordó el subsecretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, monseñor Novatus Rugambwa.
Unos se «auto-financian», otros disfrutan de becas o de programas de intercambio; pero también existen aquellos que por inmigración económica o situación de refugio, se encuentran en gran necesidad, recalcó en la presentación del mensaje.
Todos necesitan una «pastoral específica» como estudiantes y migrantes temporales –señala el Papa–; «a menudo se sienten solos, bajo la presión del estudio, y a veces oprimidos por las dificultades económicas».
«Es preciso, igualmente, ayudarles a abrirse al dinamismo de la dimensión intercultural», que es enriquecedor –añade–; mientras, para los cristianos, la experiencia puede ser «útil para madurar su fe» pues se estimula a la apertura de la universalidad constitutiva de la Iglesia católica.
A estos «jóvenes migrantes» exhorta el Papa: «Preparaos a construir, con vuestros coetáneos, una sociedad más justa y fraterna, cumpliendo escrupulosamente y con seriedad vuestros deberes con vuestras familias y con el Estado».
Igualmente les llama a respetar las leyes y renunciar a cualquier odio y violencia. «Procurad, más bien, ser protagonistas, desde ahora, de un mundo donde reinen la comprensión y la solidaridad, la justicia y la paz», subraya.
La importancia de aprovechar el tiempo de estudio para crecer en el conocimiento y amor de Cristo es tarea que encomienda especialmente a los jóvenes creyentes.
Jesús «quiere que seáis sus testigos -les dice el Papa– y por eso es preciso que os comprometáis a vivir con valor el Evangelio, traduciéndolo en gestos concretos de amor a Dios y de servicio generoso a los hermanos».
«La Iglesia también os necesita» –recalca–; «podéis desarrollar una función providencial en el actual contexto de la evangelización» mostrando la «Palabra de esperanza y de salvación para los hombres de todas las razas y culturas, de todas las edades y de todas las épocas».
El su mensaje, el Papa «nos presenta a los estudiantes extranjeros como un don para el hombre y para la Iglesia», reconoció monseñor Rugambwa -natural de Tanzania–.
En su tiempo de estudio necesitan una respuesta eclesial específica, que, entre otras muchas iniciativas, se puede traducir en «llevar a los estudiantes de tradiciones culturales diferentes a participar en la vida litúrgica de la comunidad local, y hacerles fácilmente accesibles los Sacramentos», apuntó.
Igualmente, según monseñor Rugambwa, «se debería orientar y ayudar a cuantos pertenecen a otros ritos a integrarse en la tradición litúrgica local, cuando no hay posibilidad de un acceso inmediato a sus comunidades eclesiales rituales».
Se trata de que la Iglesia «haga todo lo posible para alimentar, alentar y acompañar [a los jóvenes migrantes, incluidos los estudiantes extranjeros] en su formación y en su maduración de la fe cristiana», añadió, interpretando la perspectiva del mensaje del Papa.
«Este es el desafío que se lanza a los jóvenes, y a familias, amigos, profesores y pastores que les acompañan en este viaje», concluyó.
Por Marta Lago