SANTIAGO, jueves, 13 diciembre 2007 (ZENIT.org).-La Conferencia Episcopal de Chile invitó a toda la sociedad chilena a cuidar la vida de los hombres y mujeres del campo, sus familias, sus niños, sus jóvenes y ancianos. De un modo particular, los obispos exhortaron a «cuidar la calidad y dignidad de la vida del hombre del campo, sus culturas y sus valores, sus formas de relacionarse y organizarse».
La propuesta está contenida en la Carta Pastoral a los hombres y mujeres del Campo chileno, titulada «Discípulos y misioneros de Jesucristo para un tiempo nuevo», aprobada en la última Asamblea Plenaria de los obispos y que fue presentada este miércoles 12 de diciembre por el presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, monseñor Alejandro Goic, junto al presidente del Instituto Nacional de Pastoral Rural (INPRU), monseñor Enrique Troncoso.
La Carta pastoral está dirigida a todos los que habitan y trabajan en los campos de Chile, y es fruto de un extenso y fecundo proceso de diálogo con campesinos, en el que han participado varios obispos y que ha sido facilitado por el INPRU en todo el país.
Al comentar los principales contenidos de este documento, monseñor Goic explicó que las situaciones nuevas en el campo exigen respuestas nuevas que tengan en cuenta la historia del mundo rural, su cultura y sus valores: «Tenemos aquí nuevos desafíos que asumir, nuevos problemas por solucionar, y nuevas oportunidades por aprovechar», subrayó.
Al mismo tiempo, sostuvo que «ante los cambios que vivimos, el mundo rural tiene que ser considerado de una nueva manera, y eso exige una responsabilidad de todos: de los mismos campesinos, de las autoridades, de los profesionales y de los empresarios. El campo necesita hoy un nuevo trato. Porque una sociedad sana es aquella capaz de acoger y cuidar el mundo rural como un don de Dios», señaló monseñor Goic.
La Carta Pastoral aborda, de un modo particular, algunas situaciones del mundo rural que requieren especial atención, como la familia, los jóvenes, los adultos mayores, el derecho al trabajo, las políticas agrarias y la educación.
Los obispos escogieron el día de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de América Latina, para dar a conocer este documento. Los primeros ejemplares los entregó monseñor Goic al matrimonio formado por Juan Bustos y María Robledo, animadores de comunidades campesinas en el sector de Lo Herrera, en la diócesis de San Bernardo. También recibieron ejemplares dirigentes de organizaciones campesinas y ejecutivos del INPRU que tuvieron activa participación el proceso de consulta que sirvió de base a la elaboración del diagnóstico analizado en esta carta.
El proceso de elaboración de este texto se inició en octubre de 2004, con la iniciativa de algunos Obispos de enviar una Carta Pastoral a los campesinos y personas ligadas al mundo rural para animarles a vivir desde el Evangelio las situaciones y desafíos que presenta el mundo del campo. A través del Instituto Nacional de Pastoral Rural (INPRU) se realizó un proceso de reflexión sobre la vida rural, las nuevas situaciones y sus desafíos a la vida cristiana.
Se invitó a incorporarse a esta tarea a profesionales de distintas disciplinas, sacerdotes, religiosas, agentes pastorales laicos, dirigentes campesinos, líderes rurales y personas de larga trayectoria en formación y capacitación campesina. Los Obispos responsables del trabajo, junto a este grupo, a partir de comienzos de 2005 iniciaron la preparación de los objetivos de la carta, así como de la metodología de diálogo y consulta con diversos actores del mundo rural.
A partir de entonces, se realizaron 44 encuentros de diálogo en las diócesis de Copiapó, La Serena, San Felipe, Santiago, Melipilla, San Bernardo, Rancagua, Talca, Linares, Chillán, Los Ángeles, Villarrica, Valdivia, Ancud y Punta Arenas, en los que participaron un total de 1012 personas. Además, se recibió el apoyo y experiencia de laicos y sacerdotes de ICRA (Internacional Catholic Rural Association); así como la colaboración de personeros del Ministerio de Agricultura.
A través de un diálogo sencillo y franco se fue reflexionando acerca de las situaciones que se viven en el campo, las percepciones de los diversos actores, así como la presencia de la Iglesia y los desafíos para la evangelización del mundo rural.
La riqueza de los encuentros ha alimentado el proceso de reflexión y elaboración de esta Carta que ha sido aprobada en la 94ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal, que se realizó en noviembre pasado en Punta de Tralca. Su texto recoge, por una parte, el fruto de esos diálogos, y propone, por otra parte, la reflexión de los Pastores a la luz de la Palabra de Dios y la vida de la Iglesia.