CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 8 febrero 2008 (ZENIT.org).- Ante los grandes cambios que vive Costa Rica, con los que avanzan el materialismo y las sectas, Benedicto XVI alentó este viernes a sus obispos a buscar nuevas maneras de anunciar a Cristo.
Fue una de las consignas centrales que dejó a los prelados de esa Conferencia Episcopal que cumplían con su visita «ad limina apostolorum», en el discurso que dirigió en respuesta a las palabras de saludo del presidente de esa Conferencia Episcopal, el arzobispo José Francisco Ulloa Rojas.
Antes de la visita, el prelado había revelado cómo la secularización y el materialismo «están minando silenciosamente los principios cristianos y los valores morales», que han caracterizado a este país (Cf. Zenit, 6 de febrero de 2008).
En sus palabras en español, el obispo de Roma explicó a los pastores costarricenses que «tenéis ante vosotros la tarea de buscar nuevas maneras de anunciar a Cristo en medio de una situación de rápidas y a menudo profundas transformaciones, acentuando el carácter misionero de toda actividad pastoral».
En este sentido, recordó que la reciente Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, celebrada el mes de mayo pasado en Aparecida, «ha puesto de relieve cómo el acoger y hacer propio el mensaje del Evangelio es algo que corresponde a cada persona y cada generación, en las diversas circunstancias y etapas de su vida».
«El pueblo costarricense necesita revitalizar constantemente sus antiguas y profundas raíces cristianas, su vigorosa religiosidad popular o su entrañable piedad mariana, para que den frutos de una vida digna de los discípulos de Jesús», afirmó el Papa después de haber recibido personalmente a los obispos y de haber leído sus informes sobre la situación de las diócesis.
Esta vida, aclaró, es «alimentada por la oración y los sacramentos», y se manifiesta en «una coherencia de la existencia cotidiana con la fe profesada» y en «un compromiso de participar activamente en la misión de abrir el mundo para que entre Dios y, de este modo, la verdad, el amor y el bien».
El Papa constató «los riesgos de una vida de fe lánguida y superficial cuando se enfrenta a señuelos como el proselitismo de las sectas y grupos pseudorreligiosos, la multitud de promesas de un bienestar fácil e inmediato, pero que terminan en el desengaño y la desilusión, o la difusión de ideologías que, proclamando ensalzar al ser humano, en realidad lo banalizan».
En una situación como ésta, explicó, «cobra un inestimable valor el anuncio de la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones y que es Dios, el Dios que nos ha amado y nos sigue amando».
Se trata, dijo, no sólo de una misión de los religiosos, sino también de los laicos.
«Es hermoso comprobar su colaboración eficaz para mantener y difundir la llama de la fe mediante la catequesis y la cooperación con las parroquias y las diversas organizaciones pastorales de las diócesis», reconoció.
«Son ellos los llamados a llevar los valores cristianos a los diversos sectores de la sociedad, al mundo del trabajo, de la convivencia civil o de la política», recordó.
De los más de cuatro millones de habitantes de Costa Rica, según algunas fuentes, el 76.3% de la población es católica. El 13.7% pertenece a demoniaciones evangélicas, mientras que comienzan a ser estadísticamente importante grupos como los Testigos de Jehová, que constituirían el 1.3%.