CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 10 febrero 2008 (ZENIT.org).- La Cuaresma llama a luchar contra el mal, empuñando como arma la cruz de Cristo, que vence al odio con el amor, explicó este domingo Benedicto XVI.
«Entrar en la Cuaresma», aclaró antes de rezar el Ángelus, «significa comenzar un tiempo de particular compromiso en el combate espiritual que nos opone al mal presente en el mundo, en cada uno de nosotros y a nuestro alrededor».
Explicando a los miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro el sentido de este período de preparación para la pasión, muerte y resurrección de Jesús, aclaró que «quiere decir mirar al mal cara a cara y disponerse a luchar contra sus efectos, sobre todo contra sus causas, hasta la causa última, que es Satanás».
Entrar en la Cuaresma, insistió, «significa no descargar el problema del mal sobre los demás, sobre la sociedad, o sobre Dios, sino que hay que reconocer las propias responsabilidades y asumirlas conscientemente».
En esta lucha el cristiano ha recibido de su maestro un arma, siguió indicando el obispo de Roma, «cargar cada uno con su propia «cruz»».
La «cruz», aclaró, «por más pesada que sea, no es sinónimo de desventura, de una desgracia que hay que evitar lo más posible, sino una oportunidad para seguir a Jesús y de este modo alcanzar la fuerza en la lucha contra el pecado y el mal».
«La Cruz es el único camino que lleva a la victoria del amor sobre el odio, de la generosidad sobre el egoísmo, de la paz sobre la violencia».
«Desde esta perspectiva, la Cuaresma es verdaderamente una ocasión de intenso compromiso ascético y espiritual fundamentado sobre la gracia de Cristo», añadió.
Benedicto XVI consideró providencial el que esta Cuaresma coincida con el 150 aniversario de las apariciones de la Virgen en Lourdes a santa Bernadette Soubirous en la gruta de Massabielle, en los Pirineos franceses, pues uno de los mensajes centrales de María fue el de la conversión: la oración y la penitencia.
El día de Lourdes, 11 de febrero, la Iglesia celebra también la Jornada Mundial del Enfermo. Dado que el Papa no podrá encontrarse con enfermos en esa ocasión, pues en este domingo ha comenzado los Ejercicios Espirituales, les aseguró que en esos días de recogimiento «rezaré por ellos y por todas las necesidades de la Iglesia y del mundo».
«Ya desde ahora doy sinceramente las gracias a quienes me encomienden ante el Señor», concluyó.