BELGRADO, martes, 12 febrero 2008 (ZENIT.org).- Ante la tensión en Serbia por la declaración de independencia de la provincia de Kosovo, de predominancia étnica albanesa, el nuncio apostólico en el país balcánico ha expresado a Zenit la esperanza de que la región no se desestabilice y se convierta en otro Oriente Medio.
El presidente serbio, Boris Tadic, ha estado urgiendo esta semana a que se realicen conversaciones internacionales sobre el estatuto de Kosovo, denunciando que esta provincia de etnia albanesa está amenazando con declarar «ilegalmente» la independencia el 17 de febrero.
El primer ministro de Kosovo, Hashim Thaci, no ha confirmado la fecha pero el pasado 8 de febrero proclamó que, habiendo recibido el respaldo de unas cien naciones, la separación de Kosovo de Serbia es «un asunto resuelto»
Preguntado sobre posibles disturbios en la región, el nuncio apostólico en Serbia, arzobispo Eugenio Sbarbaro, explica a Zenit: «Estamos en medio de una situación muy difícil y no sabemos lo que sucederá. La gran mayoría está descontenta y hay posibilidad de que se convierta en otro Oriente Medio; espero que no, pero las premisas existen».
Serbia sigue oponiéndose con fuerza a la secesión de la provincia, que es considerada la cuna de su existencia como Estado y de su religión. Según un censo de 2002, la población de Serbia, excluyendo Kosovo, es en un 85% ortodoxa serbia, 5,5% católica y 3,2% musulmana.
Mientras que en Kosovo la población está constituida en un 90% por musulmanes albaneses, 6% ortodoxos serbios y 4% católicos albaneses. Los ortodoxos serbios mantienen vínculos con monasterios ortodoxos, histórica y culturalmente importantes de la región.
Anticipándose a la declaración inminente de independencia, unos 200 representantes de la minoría serbia en Kosovo se reunieron esta semana para debatir la situación y en último término se comprometieron a rechazar cualquier declaración de ese tipo, boicotear el parlamento de Kosovo y crear sus propias instituciones en la parte norte de la provincia separatista, incluyendo una asamblea que regule la vida de los serbios en Kosovo.
La decisión es una reminiscencia de principios de los años 90, cuando la etnia albanesa ignoró la revocación de la autonomía de la provincia y creó sus propias instituciones, convirtiéndose en último término en una insurgencia de etnia albanesa, que fue machacada por la fuerzas serbias y en consecuencia forzó a la OTAN a bombardear la región y a instalar una administración de la ONU. En este momento en que se avecina una decisión sobre el destino de este territorio en disputa, las tensiones políticas y religiosas siguen aumentando en la volátil región.
Haciendo hincapié en la complejidad de las circunstancias generales, el arzobispo Sbarbaro dijo a Zenit: «Aquí no se pueden separar los temas políticos y religiosos. Emocionalmente, les importan mucho las tradiciones históricas».
La Iglesia Ortodoxa Serbia dejó clara su posición respecto a un Kosovo independiente, en mayo pasado, en la Asamblea de Obispos en Belgrado, afirmando que «significaría pisotear la justicia divina y humana, la abrogación de los antiguos derechos internacionalmente reconocidos y confirmados de una de las naciones cristianas de Europa, y crearía un precedente de injustas consecuencias, no sólo en los Balcanes y Europa sino en el mundo entero».
Solicitada su opinión sobre el aspecto religioso de las actuales tensiones, el arzobispo Sbarbaro declaró: «Ecuménicamente es una situación muy delicada porque la Iglesia Ortodoxa en Serbia piensa que Kosovo es lo mismo que si les quitaran el Vaticano a los católicos, estos son sus sentimientos».
«Y también piensan que Occidente está contra su país porque son ortodoxos; y piensan que es posible que los católicos asuman esta posición. Por tanto de nuevo, ecuménicamente hablando, es un tema muy delicado y debería ser tratado en modo muy delicado».
Benedicto XVI recibió en audiencia al presidente de Kosovo Fatmir Sejdiu el 2 de febrero. Tras el encuentro, el Vaticano declaró en un comunicado que el Santo Padre expresó «su cercanía a toda la población de aquella tierra, donde la cristiandad ha estado presente desde los primeros siglos de nuestra era».
«Por lo que respecta a una eventual declaración de la independencia de Kosovo, la Santa Sede seguirá con particular atención los desarrollos en la zona y, en su valoración, tendrá en cuenta la orientación de la Comunidad internacional», explicaba la nota.
«La Santa Sede no desaprovecha ninguna oportunidad para exhortar a todos a la reconciliación, a la justicia y a la paz», indica.
En el discurso al Cuerpo Diplomático, el 7 de enero de 2008, Benedicto XVI pidió que se garanticen «la seguridad y el respeto de los derechos de los que viven en aquella tierra, para que se aleje definitivamente la amenaza del enfrentamiento violento y se refuerce la estabilidad europea».
Por Will Taylor, traducido del inglés por Nieves San Martín