HONG KONG/MILÁN, martes, 15 abril 2008 (ZENIT.org).- El Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras (PIME) cumple 150 años en Hong Kong con un renovado impulso evangelizador que, apoyando a la Iglesia local, afronte los nuevos retos de una sociedad marcadamente cosmopolita y secularizada, pero también parte integrante de la República Popular China.
Así se desprende de la carta del superior general del PIME, el padre Gianbattista Zanchi, enviada –a los misioneros en dicho territorio- con ocasión de las celebraciones del 10 y 11 de abril por el aniversario.
Tras las huellas de los primeros misioneros del Instituto en la zona, «que siempre acogieron y afrontaron con fe los desafíos», «también vuestra comunidad hoy debe saber afrontar con el mismo espíritu y la misma fe los retos que muestra la moderna sociedad de Hong Kong», que desde 1997 «es parte de la República Popular China y hace de puente con otras comunidades de la diáspora china», escribe el sacerdote.
Además Hong Kong evidencia un «carácter marcadamente urbano y cosmopolita», «una atmósfera muy moderna, secularizada y sofisticada», realidades que reclaman «valor y creatividad» en el impulso evangelizador, una tarea que deben realizar el Instituto apoyando a la Iglesia local, según la carta del superior del PIME.
Cuando la Congregación para la Propagación de la Fe confió la Misión de Hong Kong al (actual) PIME, sus misioneros «no sólo se empeñaron inmediatamente en los ministerios religiosos a los grupos extranjeros» de la región, «sino que se preocuparon de manera especial de difundir el Evangelio entre las aldeas chinas, tanto de Hong Kong como del área del continente chino que pertenecía a la Misión», recuerda el padre Zanchi en su misiva, difundida íntegramente en italiano por «AsiaNews» (agencia del PIME).
«Vida dura y fatigosa», medios escasos, continuo movimiento para visitar a los bautizados y proseguir la evangelización: fue la realidad de estos misioneros que volcaron «un fuerte espíritu de sacrificio» –recalca–, el mismo que, «compartido también por sacerdotes y religiosas chinas, y miembros de otras congregaciones e institutos misioneros», permitió el desarrollo de la Misión de Hong Kong hasta el punto de «poderla entregar, en 1968, al clero local con sólidas estructuras e instituciones».
«Actualmente ya no estamos al frente, sino al servicio», subraya el periódico del Instituto -«Missionari del Pime», edición de abril de 2008, n.4- confirmando el aprecio del cardenal Joseph Zen Ze-kiun y del obispo John Tong, pastores de la Iglesia en Hong Kong, por cuanto los misioneros del PIME han hecho y pueden ofrecer hoy en el lugar.
«La vocación de Hong Kong es la de ser Iglesia-puente y hermana con China. También nuestra comunidad, región Hong Kong-China, busca los caminos para llevar a cabo esta llamada», ya sea con la presencia permanente de los misioneros en el gran país asiático o con visitas frecuentes, según el citado medio.
Conocidos como «misioneros de Milán», los misioneros del PIME iniciaron su labor en Hong Kong y China el 10 de abril de 1858 con la llegada del padre Paolo Reina. A partir de unas decenas de católicos -la Iglesia local tenía entonces 16 años–, la diócesis cuenta actualmente con unos 350 mil fieles, además de 100 mil inmigrantes filipinos; anualmente se celebran aproximadamente cuatro mil bautizos.
Más de 1.200 personas participaron el viernes pasado en la Misa de acción de gracias que, en la catedral de la Inmaculada Concepción en Hong Kong, presidió su cardenal obispo, Joseph Zen -y concelebraron otros prelados y un centenar de sacerdotes–, por estos 150 años de misión, confirma «AsiaNews».
El purpurado chino señaló el motivo que impulsa a los misioneros a dejar su tierra para evangelizar el mundo: «Es por el Señor que han dejado su familia, han arriesgado su vida en peligrosos viajes, han afrontado sacrificios y sufrimientos, incluso la prisión y la muerte. Es el Señor el autor de la obra de evangelización».
El cardenal Zen dio las gracias al PIME por «haber creído en la Iglesia local», habiendo traspasado la guía de la diócesis al clero local sin reservarse estructuras propias o labores de responsabilidad.
Una mesa redonda, con la asistencia de medio millar de personas, completó la jornada de celebraciones. La evangelización fue el eje de las intervenciones: «El anuncio del Evangelio -sintetiza la agencia del PIME- es la obra que realizaron» los misioneros del Instituto; «es ahora la vocación a la que la Iglesia local y todos los laicos están llamados a tomar parte».
La víspera, en la casa del PIME en Clear Water Bay, se desveló la piedra conmemorativa de los 207 misioneros del Instituto que en este siglo y medio han desarrollado su labor en el territorio.
Entre los invitados, junto al cardenal Zen y monseñor Tong, se contó con «el decano de la misión», el padre Quirino De Ascaniis, quien este año cumple 100 de edad y 75 de misión. De manos del obispo de Teramo -su diócesis de pertenencia–, el sacerdote italiano –«amado por todos por su sencillez verdaderamente evangélica», describe la agencia del PIME– ha recibido un mensaje del secretario de Estado, el cardenal Bertone, y una bendición especial de Benedicto XVI.
Por Marta Lago