“La Santa Sede y los obispos españoles salvaron miles de vidas republicanas tras la guerra civil”

Entrevista al sacerdote e historiador Vicente Cárcel Ortí

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ROMA, lunes, 26 mayo 2008 (ZENIT.org).- El Papa pío XI y los obispos españoles intercedieron ante Franco por miles de republicanos condenados a muerte y lograron salvarles la vida, según el sacerdote e historiador valenciano Vicente Cárcel Ortí, autor de dos recientes libros (uno a punto de ser publicado) sobre la postura de la Iglesia ante el conflicto español.

Ambas obras («Caídos, víctimas y mártires», editado por Espasa-Calpe, y «Pío XI entre la República y Franco», próximamente editado por la BAC) son el resultado de una larga investigación en el Archivo Secreto Vaticano, y aporta documentos inéditos que, según el autor, «desmienten muchos tópicos y mitos de la más dramática década de la Historia de España en el siglo XX».

–En una entrevista reciente a la agencia «Avan», usted relataba el caso de monseñor Olaechea, arzobispo de Valencia, que intercedió por miles de encarcelados en el Fuerte de San Cristóbal (Navarra). ¿Fue un caso singular?

–Vicente Cárcel: No; la noticia se centraba en el arzobispo Olaechea porque se dirigía a un público valenciano, pero la investigación no se limita a él, sino que habla de muchos más. He investigado mucho sobre Pío XI, sobre el cardenal Pacelli, sobre los nuncios y sobre varios obispos, y entre ellos está Olaechea. Esto aparece en el libro que yo acabo de publicar y al que le dedico un capítulo, pero hay muchos capítulos, es un libro muy voluminoso en el que hablo de muchos temas.

Lo que hizo Olaechea, toda su labor de intervenir para salvar condenados y gente que iban a ejecutar por motivos políticos, no sólo lo hizo él sino que lo hicieron muchos más. Casos concretos de personas concretas con nombres y apellidos no puedo referir, porque he estudiado miles de casos. Los casos concretos no se pueden estudiar porque se refieren al pontificado de Pío XII, y esa documentación todavía no se puede consultar en el Vaticano. Los casos concretos de los que hablo en mi libro se refieren al periodo de la guerra, entre 1936 y 1939, y se refieren a personas sencillas, trabajadores, padres de familia, etc. por los que el Papa y los obispos interceden ante Franco para que no sean ejecutados.

Lo que queda de manifiesto es la intervención que tuvo la Santa Sede para mitigar las penas de la guerra y para impedir que ésta prosiguiera. Don Marcelino Olaechea intervino a favor de más de 2.000 personas, yo tengo la lista con nombres y apellidos.

–Usted que ha estudiado ese periodo muy a fondo, tras la persecución religiosa y a punto de ganar Franco, ¿cuál es la posición de la Iglesia española? ¿Se justifica la tradicional acusación de que la Iglesia estaba alineada con el Alzamiento?

–Vicente Cárcel: Esa acusación es completamente falsa. La Santa Sede tardó dos años en reconocer el régimen de Franco, desde que estalla la guerra en 1936, y mantuvo relaciones diplomáticas con la República hasta 1938. Por tanto, la acusación de que la Iglesia estaba con Franco desde el principio es históricamente falsa. Respecto a los obispos españoles, tardaron un año en reconocer el levantamiento militar, y hasta prácticamente el final de la guerra no hubo un reconocimiento oficial completo por parte de la Santa Sede.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que en esos momentos nadie sabía cómo iba a ser ese régimen ni cuantos años iba a durar, ahora sabemos que duró cuarenta años, pero eso lo sabemos ahora. Según los documentos que he estudiado en el Vaticano, en el año ‘36 nadie sabía cómo iba a terminar aquello. Por eso la Santa Sede tardó bastante en reconocer a Franco y siguió reconociendo a la República hasta casi el final de la guerra. Cuando se vio que la guerra estaba perdida y que todas las naciones empezaban a reconocer al régimen de Franco, entonces la Santa Sede lo hizo también.

En medio de todo esto hubo una serie de gestiones particulares, personales, muy discretas, casi secretas en muchos casos, ante Franco y los militares para impedir que se ejecutara a tanta gente sólo por motivos políticos, y que se liberen las cárceles o que se reduzcan las penas, porque entonces se hacían procesos militares, y esa es la documentación que yo doy a conocer en mi libro. Precisamente, la novedad de mi investigación es que aporta documentos del archivo vaticano que demuestran que la Santa Sede estuvo siempre en contra de la guerra, el Papa hizo todo lo posible para evitar la guerra, para limitar los daños de la guerra, y cuando no le hacían caso a sus peticiones de tregua, de amnistías, etc. hizo lo único que podía hacer, que era pedir clemencia para los condenados a muerte. Esa es la tesis fundamental del libro.

En algún caso concreto, el Papa pidió clemencia, y cuando la petición llegó al reo ya se le había ejecutado. Hubo el caso, por ejemplo, de un político catalán, perteneciente al partido «Unió Democrática de Catalunya» (el partido que hoy forma parte de «Convergencia i Unió»). Este político era católico, padre de cinco hijos. El Papa intercedió por él, pero cuando la petición llegó este hombre ya había sido ejecutado. Son casos que yo documento. Además, la intervención del Papa se produjo a favor sobre todo de personas humildes, no de grandes personalidades republicanas.

–Usted dice que el Papa Pío XI hizo lo que pudo para que la guerra terminara. ¿Qué tipo de gestiones realizó?

–Vicente Cárcel: Hizo varias gestiones, para impedir que estallara la guerra, para mediar entre Franco y los republicanos para que cesaran las hostilidades, pero los llamamientos del Papa no fueron escuchados por nadie. Aún al final, en la Navidad de 1938 (la guerra acabó en marzo del 39), el Papa hizo personalmente un llamamiento a la paz a Franco, y éste le contestó que una guerra era una guerra y que sólo podía terminar con la victoria de uno y la derrota de otro, y que por consiguiente cualquier tregua o interrupción sólo iba a servir para alargar el sufrimiento.

Todo esto, que reseño aquí brevemente, está documentado en el libro con muchos textos y datos.

–La persecución religiosa ¿se produjo sólo en la República o hubo también algún caso en la parte nacional, como defienden algunos?

–Vicente Cárcel: No, la persecución religiosa se produjo exclusivamente en la parte republicana. En la parte franquista hubo represión política, pero esto no tiene nada que ver con la persecución religiosa. Ésta tiene unas notas muy claras: destrucción de templos, de imágenes sagradas, asesinato de sacerdotes, monjas y seglares por el hecho de ser católicos, por odio a la fe. La represión política, que es otra cosa, se dio en ambos bandos.

–La Santa Sede, ¿sabía lo que estaba pasando en España con la persecución religiosa, a pesar de mantener el reconocimiento al Gobierno Republicano?

–Vicente Cárcel: La Santa Sede tenía perfecto conocimiento de lo que estaba pasando en un lado y en otro, y el Papa estaba horrorizado de los excesos de ambos bandos. En aquel momento, ante los dos males, el Papa eligió el mal menor, que entonces era Franco, porque salvó a la Iglesia de la persecución, aunque como político reprimió a los que eran del bando contrario (exactamente igual que hacían los republicanos, por otro lado). En mi libro yo documento precisamente la angustia del Papa que no sabe qué hacer, porque ve que en ambos lados hay represalias políticas. El Papa por un lado quería reconocer la legalidad republicana (aunque esa legalidad es cuestionable en cuanto se produce la revolución comunista interna), y por eso tarda tanto en reconocer a Franco.

En mi libro (el que aún no se ha publicado) se describe el proceso día a día: las preocupaciones del Papa, sus peticiones a Franco para que cesen las represalias, sus dudas al ver que era apoyado por Hitler y Mussolini, cuyas doctrinas la Iglesia consideraba paganas, etc. Al final, el Papa tuvo que optar por uno u otro, y está claro que no podía ponerse del lado de los que perseguían a la Iglesia.
Además, otra cosa que no se dice es que en aquellos días el nuevo régimen fue reconocido por todos: Estados Unidos, Francia, Inglaterra… casi todo el mundo apoyaba a Franco en esos momentos.

–Al margen de la actuación de monseñor Olaechea, ¿cuál fue la postura del resto de los prelados españoles al terminar la guerra?

–Vicente Cárcel: Tanto antes como durante como después de la guerra, los obispos españoles (como muestran todos los documentos, en el Vaticano y en España) en sus intervenciones buscaban dos cosas: la reconciliación y la paz. La reconciliación era muy difícil de conseguir porque España estaba dividida en dos, y la paz se consiguió por las armas. Después de la guerra, los obispos trabajaron intensamente por la reconciliación, empezando por el cardenal Gomá, y los frutos de esa labor han llegado hasta nuestros días. Las cartas pastorales de aquellos años están ahí. Pero además hubo una serie de actuaciones concretas a favor de miles de personas detenidas, que las investigaciones están sacando ahora a la luz, y más que aparecerán en los próximos años.

–Si eso es lo que se sabe respecto al pontificado de Pío XI, ¿qué pasará cuando se abra el archivo del pontificado de Pío XII?

–Vicente Cárcel: Ésa es la cuestión. Yo he podido consultar los índices de los archivos de ese pontificado, y en ellos hay muchas actuaciones de la Santa Sede ante el régimen de Franco a favor de detenidos políticos, pero aún no podemos acceder al contenido de los documentos. La investigación es lenta, poco a poco se van reconstruyendo los hechos. ¿No querían memoria histórica? Pues aquí tienen, esto es la memoria histórica, los hechos.

–¿Por qué cree usted que no se le está reconociendo esa labor a la Iglesia?

–Vicente Cárcel: Sencillamente por una manipulación política, por una ideología. La Iglesia tiene que ser siempre atacada y criticada en todo lo que haga. Si hace cosas positivas hay que ocultarlas, y si hace cosas negativas hay que ponerlas de relieve. Se subraya que la Iglesia apoyó a Franco (pero insisto, ¿a quién podía apoyar en ese momento?) y se olvida de esa obra de reconciliación. ¡En los años ‘30, nadie ni en la Iglesia ni fuera de ella sabía que iba a ser un régimen militar que duraría 40 años! Eso se sabe ahora. Por tanto, juzgar las actuaciones de entonces con los conocimientos de ahora es absurdo.

Por Inmaculada Álvarez

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ZENIT Staff

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