¿Riesgo u oportunidad? El diálogo interreligioso según el cardenal Tauran

El caso de las relaciones islamo-cristianas como ejemplo

Share this Entry

LONDRES, jueves, 29 mayo 2008 (ZENIT.org).- ¿Es el diálogo interreligioso un riesgo o una oportunidad? Las dos cosas, afirmó el presidente del Consejo Pontificio dedicado a su seguimiento.

El cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, habló este martes en el Heythrop College de la Universidad de Londres sobre las muchas facetas del diálogo.

Su conferencia empezó con una mirada histórica al papel de la religión en la sociedad, señalando la tendencia del siglo XVIII de separar razón y fe.

Afirmó que Dios -dejado de lado en siglos recientes- «está reapareciendo en el discurso público hoy. Hay nuevos stands llenos de libros y revistas sobre materias religiosas, esoterismo y las nuevas religiones. ‘El desquite de Dios’, se ha dicho».

El cardenal sugirió que «hombres y mujeres de esta generación están otra vez haciéndose las preguntas esenciales sobre el significado de la vida y la muerte, sobre el significado de la historia y las consecuencias que los descubrimientos científicos asombrosos pueden aportar a su despertar».

Y entonces, «estamos condenados al diálogo», dijo el cardenal Tauran.

Y explicó: «¿Qué es el diálogo?» Es la búsqueda de un entendimiento mutuo entre dos individuos con vistas a una común interpretación de su acuerdo o desacuerdo. Implica un lenguaje común, honestidad en la propia presentación y el deseo de hacer lo posible para comprender el punto de vista del otro».

«En el diálogo interreligioso es cuestión de correr un riesgo, no de aceptar ceder en mis propias convicciones religiosas sino permitir ser puesto en cuestión por las convicciones de otro, aceptando tomar en consideración argumentos diferentes de los míos o los de mi comunidad».

En este contexto, el cardenal Tauran explicó lo objetivos del Consejo Pontificio que él dirige: «Mayor conocimiento mutuo, respeto y colaboración entre los católicos y los miembros de religiones no cristianas, animar y coordinar el estudio de estas religiones; promover la capacitación de las personas destinadas al diálogo interreligioso».

El responsable vaticano explicó que «el interés de los líderes de las sociedades es siempre animar el diálogo interreligioso y servirse de la herencia espiritual y moral de las religiones para un número de valores que pueden contribuir a la armonía mental, el encuentro entre culturas y la consolidación del bien común».

«Además -añadió–, todas las religiones, de modos diferentes, urgen a sus seguidores a colaborar con todos aquellos que se empeñan en asegurar el respeto a la dignidad de la persona humana y sus derechos fundamentales; el desarrollo de un sentido de fraternidad y asistencia mutua […], ayuda a los hombres y mujeres de hoy para evitar que sean esclavizados por la moda, el consumismo y el beneficio solamente».

Entonces, el diálogo interreligioso es a la vez un riesgo y una oportunidad, dijo el cardenal.

El cardenal Tauran reconoció que muchos están asustados por el diálogo.

«Yo respondo que no deberíamos temer a las religiones: ¡ellas generalmente predican la fraternidad! Es de sus seguidores de los que deberíamos tener miedo. De aquellos que pueden pervertir la religión poniéndola al servicio de malos propósitos», dijo.

El presidente del Consejo Pontificio propuso una receta para el diálogo: «Es necesario tener una identidad espiritual bien definida: saber en quién y en qué se cree; considerar al otro no como un rival sino como un buscador de Dios; acordar hablar de lo que nos separa y de los valores que nos unen».

Propuso el caso del Islam: «Lo que nos separa no puede ser camuflado: la relación con nuestras respectivas Escrituras: para un musulmán el Corán es un ‘dictado sobrenatural’ recordado por el profeta del Islam, mientras que para un cristiano, la revelación no es un libro sino una persona; la persona de Jesús, al que los musulmanes consideran como un profeta excepcional; el dogma de la Trinidad que lleva a los musulmanes a decir que nosotros somos politeístas».

«Pero hay también realidades que nos pueden ver unidos y a veces incluso colaborando en la extensión de la misma causa: fe en la unicidad de Dios, el autor de la vida y del mundo material; el carácter sagrado de la persona humana que ha permitido, por ejemplo, colaboración de la Santa Sede y de los países musulmanes en la Organización de Naciones Unidas para evitar resoluciones que dañen a las familias; vigilancia para evitar que símbolos considerados ‘sagrados’ sean objeto de escarnio público».

El cardenal Tauran indicó áreas en las que musulmanes y cristianos pueden colaborar promocionando el bien común. Mencionó como ejemplo la defensa de la sacralidad de la vida humana ante Naciones Unidas.

Para concluir su conferencia, el purpurado dijo: «Si lo puedo decir así, los creyentes son profetas de esperanza. No creen en el destino. Saben que -dotados por Dios con un corazón e inteligencia- pueden, con su ayuda, cambiar el curso de la historia en orden a orientar su vida de acuerdo al proyecto del Creador: que es decir hacer de la humanidad una auténtica familia de la que cada uno es miembro».

Texto completo del cardenal Tauran en inglés en: http://www.zenit.org/article-22717?l=english

Traducido del inglés por Nieves San Martín

Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación

@media only screen and (max-width: 600px) { .printfriendly { display: none !important; } }