TORONTO, miércoles, 28 mayo 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI considera que el valor de la comunicación depende de su capacidad para decir la verdad y del respeto del bien común.

Lo asegura en el mensaje que ha enviado a la Convención de los Comunicadores Católicos 2008, que se celebra en Toronto (Canadá), del 28 al 30 de mayo sobre el tema: "¡Proclámalo sobre los tejados!". 

La Convención reúne a casi 500 miembros de la Asociación de Prensa Católica de Estados Unidos y de Canadá, y de la Academia Católica de Profesionales de Artes de la Comunicación, así como a profesionales de oficinas de información de las diócesis y de otros sectores de la comunicación.

En el mensaje, leído por el arzobispo Claudio Maria Celli, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, el Papa desea que este encuentro "sea un momento de crecimiento espiritual y de desarrollo profesional".

"En un mundo en el que resulta cada vez más evidente la ambigüedad del progreso --aclara citando la encíclica Spe Salvi, 22--, la contribución de los agentes de la comunicación a la promulgación de la verdad, de la bondad y de la belleza se convierte cada vez más en un deber y una tarea urgente".El obispo de Roma confía en que, "contemplando a Jesucristo, quien es la verdad que nos hace libres, los delegados no sólo vivan una dimensión ética en su servicio eclesial, sino que también busquen caminos para ayudara todos los que trabajan en la comunicación a reconocer que el valor de la comunicación depende de su capacidad para decir la verdad y del respeto del bien común".

Por Jesús Colina




Obispos de México ante los retos que enfrenta la cultura de la vida

CIUDAD DE MÉXICO, miércoles, 28 mayo 2008 (ZENIT.org).- Publicamos el comunicado que emitió este martes la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) «Ante los retos que enfrenta la cultura de la vida».

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Nuestro pueblo tienen derecho a una vida plena, propia de los hijos de Dios, con unas condiciones más humanas: libres de las amenazas del hambre y de toda forma de violencia. Por esta razón, los Obispos consideramos que es nuestra obligación fomentar una cultura de la vida, don maravilloso que Dios nos ha entregado y que los católicos, creyentes, hombres y mujeres de buena voluntad; estamos llamados a cuidar y defender.

Nuestro país está inmerso en una espiral de violencia ocasionada por los cárteles de la droga. Reconocemos el esfuerzo de las autoridades que combaten este flagelo y elevamos a Dios nuestra oración por todos nuestros hermanos que han muerto víctimas del crimen organizado y pedimos por sus familias. Al Pueblo de México, le pedimos que no se desentienda; que no se siente a esperar la solución, porque ésta depende de todos. Ninguna iniciativa, programa u operativo logrará erradicar este grave problema si no cuenta con la colaboración de la sociedad.

Los Obispos pensamos que el respeto por la vida del ser humano debe comenzar en el momento de la concepción y continuar hasta la muerte natural, por lo que hemos seguido con gran interés las audiencias públicas convocadas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, relacionadas con las acciones de inconstitucionalidad contra del dictamen por el que se despenaliza el aborto hasta la doceava semana en el Distrito Federal. Consideramos que los argumentos presentados, desde las diferentes disciplinas, han enriquecido este debate, en el que el factor común es la preocupación por la vida, la del concebido y la de su madre.

Como pastores, agradecemos y seguimos alentando las manifestaciones en favor de la vida que se han dado en varios estados de nuestra nación. Saludamos a todos los hombres y mujeres comprometidos con la promoción de una cultura de la vida y les pedimos que continúen con mucho ánimo e intensifiquen su trabajo en la formación de conciencias que valoren, respeten y promuevan la vida. Les pedimos también que este tipo de manifestaciones no sea coyuntural, sino permanente. Solo con el trabajo constante podremos permear en todos los sectores de la sociedad. Estamos con ustedes, no tengan miedo. La Iglesia está convocada a ser abogada de la justicia y defensora de los pobres y los indefensos.

Ante las alzas en los precios de los alimentos básicos, ocasionadas por la crisis alimentaria mundial, los Obispos queremos manifestar que compartimos la preocupación de nuestro pueblo, mayoritariamente pobre, campesino, obrero e indígena, por las consecuencias dolorosas que traerán consigo estos aumentos. Existe el riesgo real de un mayor empobrecimiento, y de que aumente el número de personas que pasan hambre en nuestro país. Esta crisis alimentaria es sin duda la emergencia y el desafío mayor que tiene que afrontar el mundo actual, y presenta una tarea importante y urgente para las autoridades y para la sociedad civil.

Sólo a través de una mayor solidaridad y preocupación por los más vulnerables podremos hacer frente a los desafíos inmediatos, trabajando para asegurar que el progreso de hoy sea la piedra angular de un mañana más justo y seguro. Invitamos a todos los católicos a hacerse solidarios con la situación que viven nuestros hermanos más indefensos. La palabra de Jesús no nos permite la comodidad del egoísmo y de la pasividad, sino que nos lanza a que hagamos cuanto podamos por los más vulnerables. La Iglesia, que formamos todos los bautizados, no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la vida.

Por los Obispos de México,

+ Carlos Aguiar Retes