MADRID, miércoles, 9 julio 2008 (ZENIT.org).- Para los jóvenes que no puedan viajar a Sydney, la Catedral de la Almudena organiza una Vigilia de Oración del 19 al 20 de julio. Con ella se pretende acompañar la Jornada Mundial de la Juventud desde Madrid.
El encuentro -informa la Oficina de Información de la Archidiócesis- comenzará el sábado 19 de julio a las 21,30 horas con una Misa de peregrinos para aquellos jóvenes que quieran participar en la Eucaristía. Estará presidida por el vicario episcopal Luis Domingo. A las 22,00 horas dará comienzo el acto de acogida, que se celebrará en la zona lateral de la Catedral, c/Bailén, con testimonios de misioneros, jóvenes y familia joven, alternado con música de las Jornadas Mundiales de la Juventud. A las 23,00 horas darán comienzo actividades diversas, como la visita a la Sala Capitular y al Museo Diocesano, pasando por la Sacristía, y con subida a la Cúpula de la Catedral.
A las 24,00 horas dará comienzo una Vigilia de oración en el templo catedral, presidida por monseñor César Franco Martínez, obispo auxiliar de Madrid. Durante la misma, se celebrará la Liturgia de la Palabra, y habrá exposición del Santísimo. Acompañará la oración la hermana Glenda.
Una hora después comenzará la conexión, a través de la televisión con Sydney, para participar en la Eucaristía que presidirá el Papa Benedicto XVI con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, y para conocer el anuncio de la Diócesis que será sede la XXVI Jornada Mundial. Es muy probable que la elegida sea precisamente la Archidiócesis de Madrid.
En su habitual alocución en el informativo diocesano de la cadena de radio Cope, el pasado domingo, el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, habló de la participación de la Archidiócesis de Madrid en la próxima Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará en Sydney, Australia.
En su intervención, recordó que numerosos jóvenes de la Archidiócesis peregrinan en estos días a Sydney para participar XXIII Jornada Mundial de la Juventud.
Los jóvenes, que irán acompañados por sacerdotes y obispos, peregrinan con el objetivo pastoral de unirse «a los jóvenes católicos de todo el mundo para proclamar y celebrar de nuevo, junto con el Santo Padre, Sucesor de Pedro, Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia Universal y con una muy nutrida y significativa representación del Episcopado mundial, que Jesucristo es el Señor, el Salvador del hombre, hoy como ayer y como siempre».
«Queremos dar testimonio ante el mundo de la riqueza de la nueva vida que hemos recibido por el don del Espíritu Santo, no para retenerla avariciosamente para nosotros, como si se tratase de un bien particular, destinado a unos pocos privilegiados, sino para comunicarla y transmitirla a todos sin excepción», señaló el cardenal Rouco.
«Nuestro testimonio, explicó, irá dirigido especialmente a los jóvenes de nuestro tiempo». Reconoció que «siempre ha sido la etapa juvenil de la persona un momento clave para la definición de sí misma: de su vocación, del camino a emprender en la vida que se le abre con un amplio horizonte de tiempo y de posibilidades humanas de todo orden, y del bien último a alcanzar, que dé explicación definitiva al sentido de sus vidas».
Hoy, añadió, «en las actuales circunstancias de la sociedad y de la cultura que rodea a los jóvenes, ese momento de elección y de definición de lo que quieren ser y de cómo quieren orientar y realizar el proyecto futuro de sus vidas, se presenta como especialmente acuciante y crucial. Las ofertas de modelos de existencia desnudamente materialistas e inmanentistas, concebidos y explicados de espaldas a Dios con técnicas e instrumentos de comunicación social seductores, de reclamos de tiempo libre y de futuros profesionales humanamente brillantes, les resultan extraordinariamente tentadoras».
Por eso, explicó, la JMJ «nos depara una vez más una nueva y singular oportunidad para mostrarles a los jóvenes de nuestro tiempo a través del testimonio sentido, vivido y expresado por una riada inmensa de jóvenes coetáneos suyos, venidos de todos los rincones del planeta, y que han encontrado ya a Jesucristo en sus vidas o quieren y tratan de encontrarlo, que este Jesucristo, que sus contemporáneos conocieron como Jesús de Nazareth, es el Camino, es la Verdad, y es la Vida para su peregrinación por este mundo».
«Sólo en Él -añadió- pueden hallar la plena y gozosa respuesta a todos los grandes interrogantes que les inquietan, interpelan y conmueven en lo más hondo y en lo más auténtico de sí mismos. Las grandes preguntas que nacen del corazón insatisfecho, intranquilo y ansioso de amor generoso y de felicidad verdadera, que ni el mundo ni los hombres pueden apagar, tienen en Jesucristo y en su Evangelio la respuesta: la respuesta verdadera, auténtica, la que no les engaña, confunde y pierde sino la única que les salvará eternamente».
Según el cardenal, en Sydney, «la palabra del Papa les iluminará y alentará para acertar con el itinerario humano, espiritual y eclesial que les lleve al encuentro íntimo y transformador con Jesucristo».
También resaltó los «espléndidos frutos de convivencia pacífica, alegre y gozosa, de solidaridad auténtica y realizada con los que más lo necesitan, de colaboración y de comportamiento civil, respetuoso y cuidadoso con las exigencias del bien social y ciudadano, que brotan de la experiencia celebrada y atestiguada con hechos, conductas y palabras de la comunión con el Misterio de Jesucristo y de su gracia salvadora, vivida por los jóvenes de la Iglesia con el Papa y sus obispos, unidos por el vínculo de la caridad fraterna».
Concluyó manifestando su convicción de que los jóvenes participantes «se sentirán llamados a ser de nuevo los testigos de Jesucristo entre sus compañeros, los jóvenes de todo el mundo; y que responderán sin reservas a esa vocación misionera en la forma en la que el Señor les pida: sacerdocio, vida consagrada, vocación para el matrimonio y la familia cristiana, vocación para el apostolado seglar. ¡Con ellos nacerá una nueva hora de la Misión Joven!».
Y pidió a la Virgen de la Almudena «que salga de Sidney un renovado y apasionado impulso misionero para la evangelización de la juventud de todo el mundo y, muy señaladamente, de los jóvenes de Asia».