MÉXICO, martes 19 de agosto de 2008 (ZENIT.org-El Observador).- Obispos del país han celebrado la reacción suscitada por la organización civil México Unido Contra la Delincuencia, oponiéndose al mismo tiempo a la pena de muerte contra los secuestradores.

La llamada "Cumbre" en contra de la violencia y del crimen organizado --sobre todo el secuestro y el narcotráfico-- ha sido convocada para esta semana en la residencia del presidente de la República Felipe Calderón. La organizacion civil ha recibido reacciones positivas del jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard.

En la reunión participarán todos los miembros del gabinete de seguridad de la Presidencia de la República junto con gobernadores, jueces y sociedad civil, para hacer frente a la ola de atentados que han convertido a México en el país número uno en lo que a secuestros se refiere en todo el mundo.

El presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, monseñor Carlos Aguiar Retes, aplaudió que la voz de la sociedad civil y en particular la de ‘México Unido Contra la Delincuencia' sea escuchada por las instituciones de gobierno nacional y local "por que esta participación es un factor determinante de toma de conciencia tanto en el ámbito civil como hacer valer la voz ante las diferentes autoridades".

"Debemos apoyar que con esta conciencia social puedan permitirse cambios estructurales en el manejo de seguridad en el país, la coordinación efectiva y posible en los diferentes niveles federales, estatales y municipales, para que los cuerpos policiales sean mejor conocidos, valorados y puedan cumplir en la sociedad su función de ser salvaguarda de la seguridad para el país; creo que desde todos los frentes debemos sumarnos porque es fundamental para la vida de la sociedad", indicó Aguiar Retes.

En este contexto y siguiendo la línea de la Conferencia, monseñor José Fernández Arteaga, arzobispo de Chihuahua, uno de los estados de México con mayor índice de ejecuciones, producto del narcotráfico, ha criticado los métodos con los que actualmente el estado mexicano combate al crimen organizado: "la violencia no domina la violencia, si el enfrentamiento es con armas que desarmen, estaría bien; pero pedir que la violencia venza a la violencia está difícil. No podríamos decir que es un error pero sí que es algo que hay que corregir cuando nos hemos dedicado a matar a quienes cometen crímenes".

El arzobispo Fernández defendió la postura de la Iglesia católica al no apoyar la propuesta de la pena capital a secuestradores y criminales: "La Iglesia no busca la muerte del pecador sino que se convierta y viva. Esto sonaría ridículo a oídos de algunos, pero es la petición de la Iglesia".

Por su parte, monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, señaló que la responsabilidad de mostrar sensibilidad ante la violencia generalizada no es exclusiva de quienes han sufrido algún problema personal con la delincuencia o el secuestro sino de toda la sociedad: "no sólo que no nos llegue la violencia a nosotros sino que no llegue a nadie", apuntó.

Además, el prelado exhortó al pueblo de México a buscar caminos, que se combata la inseguridad y la violencia, no solamente en marchas, procesiones o eventos públicos sino "desterrando a la violencia en la familia, porque es allí es donde se empieza; segundo, educar a los hijos a respetar los valores, no sólo a sus padres sino a ellos mismos y a la sociedad; también buscar alternativas de educación para los jóvenes para que ellos también aprendan a no vivir sólo dándose gusto y darle rienda suelta a sus deseos e instintos sino que respeten a los demás.

Sobre la propuesta de la asociación ‘México Unido' sobre la evaluación de autoridades en el rubro del combate a la delincuencia y la participación ciudadana en la elaboración de propuestas para abatir el crimen, el obispo Arizmendi Esquivel aseguró que desde la comunidad católica de debe aprovechar esta sensibilidad de representantes de gobierno en escuchar a la gente porque "hay varias formas en que nosotros también debemos involucrarnos y colaborar; nosotros tenemos un arma muy fuerte que es la oración, pero la oración siempre va acompañada por la acción y allí logra la efectividad. Ojalá que no sólo ningún católico sino que nadie se sienta al margen de este grave problema; es preciso que todos nos involucremos".