GRANADA, martes 30 de septiembre de 2008 (ZENIT.org).- La negativa de Europa a reconocer sus raíces cristianas "es algo que a los cristianos de Oriente les choca mucho, porque Europa ha donado miles de misioneros y ha evangelizado América, Asia, África... y hoy en día está tan alejada de su fe".

Así habló el jesuita Samir Khalil Samir, director del Centro de Documentación y de Estudios Árabes Cristianos (CEDRAC) y profesor de la Universidad Saint Joseph de Beirut, durante una entrevista concedida al servicio de prensa del arzobispado de Granada (España).

El concepto de laicismo en Oriente y Occidente es muy distinto, explicó Samir, pues mientras el segundo "busca excluir la manifestación de la fe cristiana de la esfera pública, relegándola a la privacidad de las personas", en Oriente "es un laicismo positivo porque de lo que se trata es de diferenciar entre política y religión, pero sin separarlo".

"No podemos extraer la religión de la decisión política porque la religión representa una tradición ética de la humanidad", añadió.

Respecto al diálogo entre cristianos y musulmanes, el jesuita explicó que "la lucha por este diálogo es interna, dentro del Islam: entre una concepción extremista del Islam y una concepción más abierta y tolerante".

"La relación entre vecinos puede ser más o menos buena, según el grado de tolerancia o de intolerancia de la mayoría musulmana con los cristianos", señaló, aunque esto está lejos de la auténtica libertad religiosa.

En este sentido, el jesuita apeló a la responsabilidad de la comunidad internacional para que se comprometa a lograr esta libertad religiosa, para todas las personas: creyentes y ateos, hombres y mujeres..."

"Es muy importante que los países poderosos hagan presión sobre aquellos países que no respeten los derechos del hombre, especialmente aquellos que no respetan la libertad religiosa", subrayó.

Congreso sobre los árabes cristianos

El padre Samir estuvo presente la semana pasada en la diócesis andaluza con motivo del VII Congreso Internacional de Estudios Árabes Cristianos, que se ha celebrado en el seminario San Cecilio, y que ha contado con la presencia de alrededor de 180 expertos de todo el mundo, de varias confesiones cristianas.

Contemporáneamente se celebró el X Simposio Siríaco. Ambos, congreso y simposio, estaban organizados por el Centro Internacional para el Estudio del Oriente Cristiano (ICSCO), el Centro de Documentación y de Estudios Árabes Cristianos (CEDRAC), la Usek y la Universidad Católica del Sacro Cuore, en colaboración con Caja Duero, la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Granada, la Junta de Andalucía y Gorgias Press.

El Simposio Siríaco se celebró por primera vez en Roma en 1972, organizado por el Instituto Pontificio Oriental, y tiene lugar cada cuatro años. Antes de Granada, fueron sedes Goslar, Groningen, Leuven, la Universidad de Cambridge, la Universidad de Uppsala (Suecia), Sydney y Beirut.

El Congreso Internacional de Estudios Árabes Cristianos surgió de este simposio, en 1980, y ambos se celebran contemporáneamente.

Los obispos de Estados Unidos ofrecen cinco claves para salir de la crisis financiera

WASHINGTON, martes 30 de septiembre de 2008 (ZENIT.org).- Mientras el Congreso de los Estados Unidos debatía sobre la crisis financiera que atraviesa el país, los obispos han elaborado una serie de principios al respecto que, esperan, sean tenidos en cuenta.

En una carta enviada el pasado viernes a los responsables del Gobierno, monseñor William Murphy, obispo de Rockville Center (Nueva York) y presidente del Comité de Justicia y Desarrollo de la Conferencia Episcopal, exponía cinco principios clave a la hora de buscar soluciones a la crisis económica del país.

En primer lugar, monseñor Murphy explicó que los obispos están rezando por esta situación, que definió como «terriblemente preocupante y enormemente complicada». Aunque ni él ni el resto de los obispos se consideran expertos ni técnicos «en estas complicadas cuestiones», sin embargo, añade, «nuestra fe y nuestros principios morales pueden ayudar en la búsqueda de respuestas efectivas al desorden económico que afecta a nuestra gente».

La primera clave que el prelado ofrece es «ser consciente de las dimensiones humanas y morales de la crisis».

«Los acuerdos económicos, las estructuras y los remedios deben tener como propósito fundamental salvaguardar la vida y la dignidad humanas», afirmó. El prelado añadió que la «búsqueda escandalosa de beneficios económicos excesivos», es un ejemplo de «étaica económica que pone al beneficio por encima del resto de los valores».

Esta ética «ignora el impacto de las decisiones económicas en la vida de la gente real, así como la dimensión ética de las elecciones que hacemos y de la responsabilidad moral que tenemos sobre su efecto en la gente», explica el prelado.