Vaticano a la ONU: El deber de defender no es excusa para la fuerza militar

Monseñor Migliore toma la palabra ante la asamblea general

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NUEVA YORK, martes 30 de septiembre de 2008 (ZENIT.org).- El deber de proteger a las poblaciones constituye el fundamento de las Naciones Unidas, pero no puede convertirse en excusa para intervenciones militares arbitrarias, ha explicado la Santa Sede.

El arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede, tomó la palabra este lunes ante la asamblea general en momentos en los que estas institución se plantea como afrontar o prevenir las crisis financieras, alimentarias o humanitarias que afligen a la humanidad.

Fue así como recordó que la arquitectura de las Naciones Unidas se configuró basándose en el principio de ofrecer protección. Ahora bien, denunció, «el término ‘protección’ ha sido con demasiada frecuencia un pretexto para la expansión y la agresión. A pesar de los muchos avances del derecho internacional, trágicamente hoy en día todavía está vigente y se aplica esa comprensión del término».

Recordando el discurso que pronunció Benedicto XVI a la asamblea general de las Naciones Unidas, el pasado mes de abril, «la responsabilidad de ofrecer protección ha servido y debe seguir sirviendo como principio compartido por todas las naciones para el gobierno de sus poblaciones y para reglamentar las relaciones entre los pueblos».

Estos pronunciamientos, aclaró, «confirman que el buen gobierno no debería seguirse midiendo simplemente en el contexto de ‘Estados de derecho’ o de ‘soberanía’, sino más bien, por la capacidad de sus líderes de cuidar de aquellos que les han sido confiados con la grave responsabilidad de guiarles moralmente».

«A pesar del creciente consenso en torno a la responsabilidad de ofrecer protección como medio para una mayor cooperación, este principio sigue siendo invocado como pretexto para utilizar arbitrariamente la fuerza militar», denunció.

«Esta distorsión continua con métodos e ideas que en el pasado han fracasado. El uso de la violencia para resolver las divergencias es siempre un fracaso de visión y un fracaso de humanidad. La responsabilidad de ofrecer protección no debería concebirse simplemente en términos de intervención militar, sino ante todo como la necesidad para la comunidad internacional de unirse para afrontar las crisis buscando medios para lograr limpias y abiertas negociaciones, para apoyar la fuerza moral de la ley y buscar el bien común».

«La falta de acción común para proteger a las poblaciones a riesgo y para prevenir intervenciones militares arbitrarias socavaría la autoridad moral y práctica» de las Naciones Unidas, advirtió

«Las Naciones Unidas no fueron creadas para ser un gobierno global sino más bien el producto de la voluntad política de sus diferentes Estados miembros», explicó.

«Los niños huérfanos a causa del VIH/sida, los muchachos y muchachas vendidos o reducidos a esclavitud, los que se despiertan cada mañana sin saber si hoy serán perseguidos por su fe o por el color de su piel, siguen pidiendo una institución y líderes que acompañen a las palabras con acciones, compromisos y resultados», aseguró el arzobispo.

«Estas voces, ignoradas con demasiada frecuencia, deben ser escuchadas para que podamos superar las divisiones políticas, geográficas e históricas y crear una organización que refleje nuestras mejores intenciones y no nuestros fracasos», concluyó.

 

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ZENIT Staff

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