Los Sabios de Oriente adoraron al Niño Dios en San Salvador

Fiesta de Reyes con 900 miembros de las comunidades neocatecumenales

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SAN SALVADOR, jueves, 8 enero 2008 (ZENIT.org).- Unos 900 miembros de las comunidades neocatecumenales de la parroquia María Auxiliadora de San Salvador aguardaron durante una hora y media la llegada de sus majestades Melchor, Gaspar y Baltasar, el 4 de enero pasado, en el salón Rossi de dicha parroquia.

Desde las 5 de la tarde –informa a ZENIT Lilian Angélica Martínez desde El Salvador–, padres de familia junto con sus hijos, abuelos y nietos –niños, adolescentes y jóvenes–, ocuparon las 550 sillas colocadas para los asistentes.

Quienes llegaron los últimos llenaron los pasillos laterales, mientras que unos 50 niños se sentaron en el suelo frente al escenario donde se colocarían los tronos de los Reyes Magos.

Alrededor de las 6,20 p.m, la ceremonia de bienvenida a los Reyes se inició con el inoportuno ingreso del rey Herodes y sus sirvientes. El rey judío pidió a los niños que le rindieran  tributo a cambio de comida y regalos, pero tuvo por respuesta chiflidos y un apabullante «¡no!» que lo obligó a irse.

La inquieta espera terminó cuando los niños salieron del salón Rossi hacia la calle y un grupo de colaboradores lanzó fuegos artificiales hacia el cielo de San Salvador.

Entonces la comitiva de los Sabios de Oriente recorrió con paso solemne la 23 calle poniente, entre la primera y la quinta avenida norte, flanqueada una valla formada por 400 niños y decenas de adultos que recién salían de la misa de 6 de la tarde oficiada en el templo.

La comitiva estaba encabezada por el heraldo de los reyes, que pidió se les recibiera como a los «visitantes distinguidos» que son.

Entre danzas orientales interpretadas por varias niñas, el primer rey que desfiló solemnemente fue Melchor. El siguiente en alegrar a la bulliciosa audiencia fue Baltasar, que la tradición ha querido de color negro. Luego llegó Gaspar, acompañado,  como sus compañeros de viaje, por su séquito que portaba antorchas a la usanza oriental.

El salón estaba decorado con seis ángeles luminosos colgados a los costados, palmeras tropicales y banderas color oro y escarlata en cada una de sus 16 columnas.

Los magos, sin voltear la vista a derecha ni izquierda, siguieron su camino y no se detuvieron hasta estar frente al pesebre donde María, José y el niño Jesús pasaban la noche. Una vez ahí, sus majestades, con humildad y evidente alegría, se inclinaron y adoraron al Niño Dios.

Sólo después de ese gesto, los magos aceptaron tomar asiento para saludar a los niños y niñas de la comunidades neocatecumenales a través de su heraldo.

Este personaje agradeció el recibimiento dado a sus majestades y comunicó algunas condiciones que ellos ponen a los niños para visitarlos el próximo año. Entre estas, que asistan y participen dignamente en la eucaristía cada sábado y que animen a sus padres a rezar laudes en familia todos los domingos.

Finalmente, sus majestades entregaron regalos a 18 niños y niñas que resultaron ganadores en el concurso de dibujo alusivo a la Navidad en el que participaron unos 130 infantes. Además, entregaron un obsequio al cura párroco de María Auxiliadora, el salesiano Miguel Giorgio.

Sus majestades visitan esta parroquia desde hace 22 años, a solicitud de las comunidades del Camino Neocatecumenal. Así como cada una de las 40 parroquias donde este camino de iniciación cristiana tiene presencia en El Salvador.

Al iniciar el Adviento, los infantes son invitados a escribir una carta a sus majestades en la que, además de indicar qué les gustaría recibir como regalo, cuentan cómo se han portado durante el año y les «informan» si han asistido a la eucaristía semanal, a las convivencia mensual y si han rezado laudes los domingos junto a sus padres y hermanos.

Adaptado por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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