ROMA, viernes 9 de enero de 2009 (ZENIT.org).- El número de seminaristas en el mundo ha pasado de 50.000 hace unas décadas a más de 72.000 en la actualidad, con un notable ascenso en América Latina, Asia y África, aunque con una radical disminución en Europa.
Es uno de los principales datos aportados por el teólogo Hubertus Blaumeiser, asesor de la Congregación vaticana para la Educación Católica, durante el V encuentro internacional de seminaristas de los Movimiento de los Focolares en Castel Gandolfo (Italia) a primeros de enero de este año.
Este congreso ha reunido a cerca de 500 seminaristas de los cinco continentes, pertenecientes a esta realidad eclesial, fundada por Chiara Lubich, en la Mariápolis de Castel Gandolfo entre el 2 y el 4 de enero, con el título «Hay un camino… el reto de las relaciones humanas».
El encuentro finalizó con la participación en el Ángelus en la Plaza de San Pedro, donde Benedicto XVI dirigió unas breves palabras a los participantes, a quienes acogió «con alegría» y bendijo «de todo corazón» su camino.
El congreso se centró en la formación de los candidatos al sacerdocio, en especial en su preparación humana y espiritual para servir mejor a la relación entre sus fieles.
Según explicó el teólogo Blaumeiser durante las sesiones del congreso, «ser sacerdote ya no ofrece una posición privilegiada, sino que exige una elección contra la corriente, una elección de Dios más profunda».
Otro de los ponentes, el psicólogo y rector del seminario de Münster (Alemania) Andreas Tapken, advirtió contra el riesgo de vivir el celibato como una «afectividad reprimida» o «una forma de vida reducida», sino que al contrario, la vocación sacerdotal debe «responder a las expectativas de una sociedad cada vez más cerrada en lo privado, en un individualismo que aísla en soledad y nos vuelve incapaces de abrirnos al descubrimiento del otro».
«Los sacerdotes son célibes, no solterones», añadió.
Según explicó el cardenal Zenon Grocholewski, prefecto de la Congregación para la Educación Católica, durante la homilía de la misa de clausura del congreso, el sacerdote está llamado a «construir una trama de relaciones entretejidas por el amor evangélico – sobre todo relación con Cristo, con el obispo y con los demás sacerdotes, con toda la comunidad de fieles, en definitiva, relación con la humanidad entera».
El purpurado, citando a la recientemente fallecida Chiara Lubich, invitó a los seminaristas a «hacer propios los dolores del mundo como Jesús en la cruz, que con el grito de abandono, unió a los hombres con Dios y entre ellos».
Por su parte, María Voce, actual presidenta de los focolares, invitó a los futuros sacerdotes a «vivir, cada uno en su propio ambiente, el arte de amar, suscitando muchas células vivas, de modo que en los seminarios, en las facultades de Teología, en las parroquias, por doquier, se advierta la presencia viva de Cristo».
Voce pidió a los seminaristas focolares que formen «una red de unidad», la propuesta lanzada hace cuarenta años por Chiara Lubich que dio origen a movimiento focolar GEN’S (generación nueva sacerdotal).
«Con el espíritu de la unidad, los jóvenes seminaristas no sólo salvaran sus vocación, sino que suscitaran durante el período en el seminario, una irradiación de unidad tal, que atrajeran a muchos otros jóvenes», añadió.