CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 18 enero 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI considera que el nuevo fenómeno de las migraciones, propio del mundo globalizado, constituye una oportunidad para "el encuentro entre civilizaciones".

El pontífice afrontó el desafío que plantean los flujos migratorios al rezar la oración mariana del Ángelus este domingo en el que se celebraba la Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado.

Al dirigirse desde la ventana de su estudio a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano, aseguró, recordando una enseñanza de san Pablo --de quien se celebra el bimilenario de su nacimiento--: "todos los pueblos están llamados a formar la gran familia de los hijos de Dios".



"Esta es también la misión de la Iglesia, más que nunca en nuestro tiempo de globalización", aseguró Benedicto XVI.

"Como cristianos, no podemos dejar de experimentar la necesidad de transmitir el mensaje de amor de Jesús especialmente a quienes no lo conocen, o se encuentran en situaciones difíciles y dolorosas".

En particular, el Papa hizo referencia a los emigrantes.

"Su realidad es sin duda muy variada: en algunos casos, gracias a Dios, es serena y bien integrada; otras veces, por desgracia, es penosa, difícil y en ocasiones incluso dramática".

El obispo de Roma aseguró que "la comunidad cristiana dirige su atención a toda persona y a toda familia y pide a san Pablo la fuerza de un nuevo empuje para favorecer, en todas las partes del mundo, la convivencia pacífica entre hombres y mujeres de etnias, culturas y religiones diferentes".

En este contexto, el Papa pidió valorar "el fenómeno de las migraciones como ocasión de encuentro entre civilizaciones".

"Recemos y actuemos para que esto suceda siempre de manera pacífica y constructiva, en el respeto y en el diálogo, previniendo toda tentación de conflicto y abuso", dijo.

A los marinos y pescadores

El sucesor del apóstol Pedro dirigió palabras de cercanía en particular a los marinos y pescadores, "que viven desde hace tiempo mayores problemas".

"Además de las habituales dificultades --reconoció--, sufren restricciones para atracar en tierra y acoger abordo a los capellanes; afrontan también los riesgos de la piratería y los daños de la pesca ilegal".

El pontífice les expresó su "cercanía y el deseo de que su generosidad, en sus acciones de auxilio en el mar, sea recompensada con una mayor consideración".

A los inmigrantes católicos

Por último, el Santo Padre dirigió unas palabras a los inmigrantes católicos presentes en la plaza de San Pedro para recordarles que "en la Iglesia no sois extranjeros ni huéspedes, formáis parte de la familia de Dios".

"Aprended a integraros en la comunidad eclesial y civil, con la riqueza de vuestra fe y de vuestras tradiciones", concluyó.