CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 21 de enero de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario a los textos bíblicos escogidos para el quinto día de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, el jueves 22 de enero.
El texto forma parte de los materiales distribuidos por la Comisión Fe y Constitución del Consejo Ecuménico de las Iglesias y el Consejo Pontificio para la promoción de la Unidad de los Cristianos. La base del texto ha sido redactada por un equipo de representantes ecuménicos de Corea.
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Los cristianos ante las discriminaciones y prejuicios sociales
Estarán unidas en tu mano
Is 58, 6-12
No te cierres a tu propia carne
Sal 133
La dulzura de los hermanos es vivir juntos
Gal 3, 26-29
Todos vosotros sois uno en Cristo
Lc 18, 9-14
A los que se tenían por justos
Comentario
Al comienzo del mundo, los seres humanos creados a imagen de Dios no eran más que uno en su mano.
Y sin embargo el pecado se metió en el corazón del hombre y no hemos dejado de construir categorías discriminatorias: aquí sobre la raza o la etnia se hace la selección; en este lugar es la identidad sexual o el simple hecho de ser hombre o mujer lo que alimenta los perjuicios; en otro lugar es la religión el factor de exclusión. Todas estas discriminaciones son deshumanizadoras. Son fuentes de conflictos y de grandes sufrimientos.
En su ministerio terrestre, Jesús se mostró particularmente sensible a toda la humanidad, a todos los hombres y mujeres. No dejó de denunciar las discriminaciones de toda clase y el orgullo que algunos de sus contemporáneos podían revelar. Los justos no son siempre aquellos a los que se cree, y el desprecio no tiene su sitio en el corazón de los creyentes.
Como los beneficios del aceite precioso o del rocío de Hermón, el salmo 133 canta la felicidad de la vida fraternal compartida. Es una alegría vivir juntos como hermanos y hermanas a los que nos es dado gustar de corazón los encuentros ecuménicos, cada vez que renunciamos a las discriminaciones confesionales.
La unidad recuperada de la familia humana, es la misión común de todos los cristianos: juntos, se debe trabajar contra toda discriminación. Es también su esperanza compartida: porque todos no son más que uno en Cristo, y no hay más judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer.
Oración
Señor, haznos discernir las discriminaciones y las exclusiones que marcan nuestras sociedades. Dirige nuestra mirada y ayúdanos a reconocer los prejuicios que habitan en nosotros. Que aprendamos a desterrar todo desprecio y a gustar la alegría de vivir juntos en la unidad. Amén.