Crece la buena relación entre Roma y Moscú


La amistad personal con cristianos ortodoxos, clave para el diálogo ecuménico

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves 22 de enero de 2009 (ZENIT.org).- La Iglesia católica ha mejorado significativamente sus relaciones con la Iglesia ortodoxa rusa en los últimos años, sobre todo gracias al establecimiento de lazos de amistad personal con el Patriarcado de Moscú por parte de altos dignatarios de la Santa Sede.

Así lo explica el padre Milan Zust S.I., secretario del Comité católico para la colaboración cultural con las Iglesias ortodoxas y las Iglesia ortodoxas orientales ante el Consejo Pontificio para la Pormoción de la Unidad de los Cristianos, en un artículo publicado por L’Osservatore Romano en su edición de este jueves.

Zust, quien acompañó el pasado mes de mayo al presidente de este dicasterio, cardenal Walter Kasper, en su visita oficial a Moscú, resaltó la importancia de estos encuentros personales con altos dignatarios ortodoxos, que se han intensificado en los últimos tiempos.

«Las relaciones personales entre los cristianos son un medio eficaz para promover la comunión. Con ello no se pretende sustituir o relegar el diálogo teológico, pero sí aumentar la confianza recíproca necesaria para que este diálogo se produzca», explica.

En este sentido, el subsecretario destacó la importancia de la visita del cardenal Kasper a Moscú, a finales del pasado mes de mayo, con motivo de la festividad de los santos Cirilo y Metodio, tan venerados por la Ortodoxia

Esta visita, explica Zust, «tenía como fin profundizar en el conocimiento de la Iglesia ortodoxa rusa, y en su rica tradición espiritual y cultural».

El cardenal Kasper iba a Rusia invitado por el Metropolita Kiril, con quien habló sobre la próxima participación de la Iglesia ortodoxa rusa, a partir de este 2009, en la Comisión Mixta que estudia el diálogo ecuménico con los ortodoxos.

«Esta cuestión es muy importante, porque la continua ausencia hasta ahora de la delegación ortodoxa rusa en el diálogo teológico oficial estaba afectando a los trabajos de la comisión», explica Zust.

El cardenal Kasper tuvo también la oportunidad de encontrar durante más de una hora al Patriarca Alejo II, con quien mantuvo un diálogo «cordial». Precisamente, el purpurado ha encabezado la delegación de la Santa Sede que ha participado en los funerales del Patriarca, fallecido hace pocas semanas.

También con la Iglesia ortodoxa ucraniana se ha abierto un diálogo fructífero, con la visita del cardenal Kasper al Metropolita Volodymyr de Kiev, en diciembre de 2007. Esta visita ha sido importante ya que la relación entre ambas confesiones había atravesado momentos difíciles en épocas pasadas, tras la persecución comunista.

Además de estos gestos de amistad, Zust explica la importancia de la labor del Comité cultural del que él forma parte, y que tiene como tarea fundamental la de ofrecer becas de estudio a seminaristas ortodoxos que acuden a Roma para estudiar en las facultades pontificias.

«Este crecimiento de la confianza mutua entre los cristianos divididos por los tristes acontecimientos de la historia y por el pecado humano está siendo muy significativa», concluye Zust.

A menudo, estos contactos se llevan a cabo con gran discreción. Mantener este carácter «privado» supone, según Zust, «aumentar su fuerza, que unida a la de Cristo, puede hacer milagros, aun cuando se tenga la impresión de que el camino de la comunión avanza demasiado lentamente».

«Los sacrificios personales, las renuncias íntimas, escondidas a los demás pero conocidas por el Señor, son el medio que tenemos todos para rezar por la unidad. El Señor sabe cómo transformarlos en elementos de comunión», añade.

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ZENIT Staff

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