Los obispos iraquíes denuncian el silencio del mundo ante la persecución

El miércoles se presentó en Roma un documental sobre la situación de los refugiados

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ROMA, viernes 23 de enero de 2009 (ZENIT.org).- Los obispos de Irak, que están estos días en Roma para la visita «ad limina apostolorum», aprovecharon su estancia en Europa para presentar un documental sobre la situación actual de los refugiado iraquíes, que tuvo lugar el pasado miércoles en la sede de Radio Vaticano, y cuyas intervenciones recogió L’Osservatore Romano en su edición de este jueves.

Para contar los sufrimientos de esta pequeña comunidad eclesial, se ha realizado este documenatl, obra de Elisabetta Valgiusti, con el título «Iraq – SOS refugiados», producido por «Salvaimonasteri» (www.salvaimonasteri.org) con la contribución del Ministerio de Asuntos Exteriores italiano..

En la presentación intervinieron monseñor Athanase Matti Shaba Matoka, arzobispo siro-católico de Bagdad, monseñor Louis Sako, arzobispo caldeo de Kirkuk, monseñor Georges Casmoussa, arzobispo siro-católico de Mosul, y monseñor Shlemon Warduni , obispo auxiliar de Babilonia de los Caldeos.

Los prelados denunciaron el «ensordecedor silencio» del mundo ante la dramática situación de los cristianos iraquíes. Según afirmó monseñor Sako, «hemos asistido inermes ante una fuga masiva, ante la indiferencia general».

«Nuestros gritos de dolor y desesperación han encontrado espacio en los medios solo desde hace algunos meses», afirman.

Los cristianos, que representan un número pequeño «pero fundamental para la historia del país», llevan cinco años sufriendo violencias, más de la mitad se ha visto obligado a dejar sus casas, sobre todo gente instruida, profesionales, gente de la clase media, explican.

«Debemos impedir que otros cristianos iraquíes abandonen su tierra. Es evidente que la situación en que está obligada a vivir la pequeña comunidad cristiana está plagada de amenazas, hostigamiento, violencia e incluso asesinato, pero todo esto tiene que acabar», advierten los obispos.

Los obispos piden «a la comunidad internacional y a Estados Unidos en particular» que garanticen la paz en el país. «Los cristianos deben tener la garantía de poder vivir sin peligro de amenazas y violencia, como ha sucedido hasta ahora».

«Traer la paz y la seguridad en Irak es prioritario», advierten.

Se calcula que los prófugos internos y en el extranjero suponen ya una quinta parte de la población iraquí, entre cristianos y musulmanes. Antes del 2003, año de la invasión anglo-americana, los cristianos eran 800.000 sobre una población de 25 millones de habitantes.

Los refugiados, en muchos casos, están obligados a vivir en la miseria en los países que les hospedan, como Siria (alrededor de 1.600.000), Jordania (700.000) y Egipto, Líbano, Turquñia y el área del Golfo (unos 500.000), en espera de poder volver a sus casas. Dentro de las fronteras de Iraq, los desplazados son más de 2,5 millones.

Entre los cristianos, además de familias enteras desarraigadas, ha habido raptos y homicidios de sacerdotes y obispos, particularmente en el área de Mosul, por parte d egrupos fundamentalistas locales. Uno de los momentos más dramáticos fue el de monseñor Paulos Rahho, arzobispo caldeo de Mossul, secuestrado el 29 de febrero de 2008 y encontrado sin vida el 12 de marzo del mismo año.

Según monseñor Matti S. Matoka, arzobispo siro-católico de Bagdad, la situación es tal que «es imaginable un plan para que los cristianos abandonen Oriente Medio».

Monseñor Sako, por su parte, declaró que quiere pedir al Papa un Sínodo especial para la Iglesia en Irak. «Tenemos mucha necesidad de la ayuda del Papa -afrimó- gracias a sus continuos llamamientos los medios internacionales han empezado a hablar de la situación en Iraq».

«Nosotros ya no estamos en situación planificar o proyectar el futuro de Iraq. La Santa Sede podrña seguramente ayudarnos», prosiguió.

«Los cristianos de Iraq tienen mucha confianza y debemos seguir dándoles respuestas para impedir que les domine el miedo. Necesitamos a los demás -concluyó monseñor Sako-. En Iraq es necesario llevar una democracia a un país que no la ha tenido nunca. La esperamos desde hace treinta y cinco años».

Para monseñor Georges Casmoussa, arzobispo siro-católico de Mosul, las dificultades «se han centuplicado tras la llegada de los americanos, pero los americanos no son el problema, antes o después abandonarán el país. El verdadero problema de las comunidades iraquíes es la negación del otro».

En una entrevista a Radio Vaticano, monseñor Luis Sako afirmó que «nos sentimos aislados y olvidados, por desgracia. Los cristianos que han abandonado el país y los que se han quedado esperan, sin mucha esperanza en el futuro. Viven en la preocupación por sus hijos, por sus casas, por su trabajo».

Respecto los cambios que podría imprimir el nuevo presidente estadounidense Barack Obama el prelado observa que «la política no depende de una persona. Si decide retirar los soldados, será un desastre. Quizás haya una guerra civil. No tenemos bastantes soldados ni policías para controlar un país de 25 millones de personas».

La comunidad más numerosa de la Iglesia católica iraquí, la sirio-caldea, está distribuida en diez diócesis que dependen del Patriarca de Babilonia de los CaldeosEmmanuel III Delly. Después están los fieles de la Iglesia siro-católica (distribuidos en dos archieparquías), la comunidad armeno-católica con una archieparquía, los católicos de rito latino con una archidiócesis, y los fieles greco-melquitas.

Por Mirko Testa, traducción de Inma Álvarez

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ZENIT Staff

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