CIUDAD DE MÉXICO, lunes, 4 mayo 2009 (ZENIT.org).- La Caritas Mexicana ha puesto en marcha un dispositivo especial de emergencia para movilizar a todos sus equipos diocesanos con objeto de poder dar respuesta urgente a las comunidades más vulnerables ante el impacto de la influenza.
La Comisión de Pastoral Social-Caritas Mexicana, además de estar en contacto y apoyo con las Cáritas de la zona metropolitana de la Ciudad de México, en donde 259 dispensarios parroquiales y 16 hospitales de institutos religiosos están atendiendo a la población civil y colaborado con las autoridades sanitarias en la respuesta a la epidemia, ha realizado una visita de apoyo a la Caritas de San Luis Potosí, una de las zonas donde se están confirmando mayor número de casos del virus A H1N1.
En Caritas de San Luis Potosí, además de la atención a los ciudadanos mexicanos, se ha puesto en marcha un programa de apoyo a migrantes centroamericanos en tránsito hacia Estados Unidos.
Asimismo, y según revela Caritas México en un comunicado, además de la alarma creada como consecuencia de la emergencia sanitaria y económica, en San Luís Potosí se ha desatado mucha inseguridad porque se han dado casos de personas que se hacen pasar por miembros de las brigadas sanitarias y aprovechan la confianza de los vecinos para asaltar los hogares y despojar de sus bienes a la población.
Caritas México ha agradecido públicamente las muestras de solidaridad y apoyo de que está siendo objeto por parte de numerosas instituciones y personas privadas, que se han puesto a disposición de Caritas para colaborar en el operativo de respuesta a la emergencia.
Asimismo, Caritas Española y otras muchas Caritas donantes han transmitido a la Caritas Mexicana su disponibilidad de colaboración y su cercanía.
Junto a la atención de respuesta a la emergencia sanitaria a través de sus centros y servicios en todo el país, los equipos diocesanos de Pastoral Social-Caritas México también han iniciado una reflexión conjunta con toda la Iglesia en México, dirigida a promover tres líneas de acción pastoral.
En primer lugar, esperanza: «México no se acaba, está agobiado, pero por ello se requiere mayor responsabilidad y mayor acción conjunta».
En segundo lugar, preparación: «¿qué podemos hacer frente a la emergencia en los próximos meses y ante las personas que queden en mayor pobreza?».
Y, en tercer lugar, y previsión, impulsar un diálogo en el seno de la Iglesia, de la sociedad y con los gobiernos sobre los próximos meses para poder responder a estos retos: «¿Cuáles serán las necesidades más apremiantes? ¿Qué oportunidades de cambio se nos presentan para construir un futuro mejor? ¿Qué aprendimos de la emergencia y de la crisis?».