ESTRASBURGO, miércoles 6 de mayo de 2009 (ZENIT.org).- La enseñanza de la religión en la escuela encuentra dificultades culturales y jurídicas en algunos países de Europa, aunque en la mayoría se da esta enseñanza de alguna forma. 

Así lo señala el informe "La enseñanza de la religión, valor para Europa", presentado este lunes 4 de mayo en la sede del Consejo de Europa de Estrasburgo, en una reunión sobre educación católica y libertad religiosa en Europa promovida por el Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE). 

Según informó "L'Osservatore Romano" en su edición de 6 de mayo, el estudio indica que en  casi todos los países de Europa hay alguna forma de enseñanza de la religión. Son la excepción Bulgaria, Bielorrusia y gran parte de Francia. 

En Bulgaria hay pocos católicos y por eso les resulta muy difícil organizar un curso de religión.  

En Bielorrusia, la Iglesia ortodoxa está estudiando, con el Ministerio de Educación, la posibilidad de introducir un curso de educación ortodoxa en la escuela, mientras que la Iglesia católica ha presentado un programa para cursos voluntarios de religión. 

En el caso de Francia, el estudio se refiere a Alsacia y Mosela como las únicas regiones del país donde la enseñanza de la religión en las escuelas no encuentra obstáculos relevantes. 

La educación religiosa en el resto de las naciones sigue dos fórmulas principales: una basada en el modelo de la ciencia de las religiones, gestionada directamente por el Estado, y la otra, la de la enseñanza de la religión con contenido confesional, en la que la Iglesia tiene un papel activo. 

La enseñanza de la religión con contenido confesional representa el modelo predominante en Europa. En Polonia, por ejemplo, la enseñanza de la religión es opcional y confesional y la recibe el 95,1% de los estudiantes. 

En Italia, el 91,6% de los estudiantes estudian la asignatura de religión. En ese país, el informe señala "ataques a la educación religiosa procedentes de áreas radicales y laicistas que quieren su supresión". 

Sobre este problema, el responsable del Servicio para la enseñanza de la religión católica de la CEI, don Vincenzo Annicchiarico, explicó en Estrasburgo que "las Iglesias locales constatan que a veces existe en Europa un clima desfavorable a la religión marcado también por el cuestionamiento de su presencia legal en los programas escolares y, en un contexto más general, por una cultura que ve la religión como algo privado". 

El secretario general de la CEI, monseñor Mariano Crociata, señaló, al presentar el estudio, que "la enseñanza de la religión ofrece una valiosa contribución al conocimiento y la comprensión de la tradición cultural de Oocidente que, en su larga historia, ha estado profundamente marcada por el cristianismo". 

Estudiar religión también "lleva a confrontarse con las grandes cuestiones del hombre, su relación con Dios, con el medio ambiente y con el mundo que le rodea", añadió. 

Para monseñor Crociata, la Iglesia puede contribuir, con la enseñanza de la religión en la escuela, "a la construcción de la nueva Europa y al desarrollo de una plena ciudadanía europea". 

Ciudadanía que, según monseñor Crociata, se consigue "con el conocimiento de las tradiciones y de la identidad que ha marcado nuestro continente y que hoy se entrelaza cada vez más con otras, en el contexto de una Europa plural, multicultural y multireligiosa". 

El informe presentado es como una radiografía de la situación de la enseñanza de la religión en las escuelas de Europa. 

Recoge los resultados de una investigación, llevada a cabo entre los años 2005 y 2007 por delegados de 33 conferencias episcopales, promovida por el CCEE con la colaboración de la Conferencia Episcopal Italiana. 

La reunión del lunes incluyó una mesa redonda sobre instituciones europeas y enseñanza de la religión, en la que estaba prevista la participación de representantes eclesiales y también de políticos, como el Comisario europeo de Educación y cultura, Jan Figel; la Directora General de Educación, Cultura y Patrimonio, Juventud y Deporte del Consejo de Europa, Gabriella Battani Dragoni, y el vicepresidente del Parlamento Europeo, Mario Mauro. 

El debate llegó a la conclusión de que la enseñanza de la religión debe ser considerada en Europa un derecho y un servicio valioso -con garantías institucionales y jurídicas estables- para el desarrollo de una sociedad más civilizada y solidaria. 

Antes de ese debate, el presidente del CCEE y primado de Hungría, el cardenal Péter Erdö, destacó, en un discurso, la importancia de la educación religiosa en medio de la crisis actual.

"En una época en la que muchos perciben los signos de una crisis, no sólo económica o financiera sino sobre todo de valores y del sentido de la vida, la educación religiosa puede desempeñar un papel decisivo", dijo el cardenal.  

"Por eso, la Iglesia siente el deber de continuar educando a los jóvenes, haciendo todo lo posible para darles una educación de alto nivel -añadió-. Si la religión es connatural a la vida de los hombres, su enseñanza debe estar presente allí donde se eduque, y por tanto en las escuelas y en todos los foros del mundo actual".  

En su intervención, titulada "Educación religiosa y formación del hombre y el ciudadano europeo", el cardenal afirmó: "Creemos que las religiones en general y el catolicismo en particular dan a la vida una perspectiva nueva y un horizonte más amplio, y la hacen más humana y capaz de generar una sociedad más solidaria y llena de esperanza". 

El arzobispo de Esztergom-Budapest también pidió respeto a la libertad religiosa en Europa y denunció la "idea laicista que pretende imponer su concepción sobre la religión afirmando que ésta debe permanecer en el ámbito privado". 

En este sentido, declaró que "la enseñanza de la religión es ante todo un derecho de los jóvenes y de sus familias" pero también "un derecho y una responsabilidad de las religiones que deben poder proponer y ofrecer este servicio". 

Para el purpurado, "el derecho a la libertad religiosa comporta el derecho a expresar libremente la propia identidad y a manifestar la propia fe sin descuidar el respeto a los que profesan otras religiones o se declaran ateos". 

Como invitado especial, el observador permanente de la Santa Sede ante el Consejo de Europa, monseñor Aldo Giordano, pronunció unas palabras al empezar la reunión.  

Una vez finalizada, declaró ante los micrófonos de Radio Vaticana que, "tras años de desconfianza, vuelve un renovado interés por el hecho religioso". 

"Se redescubre que la religión es un hecho político, que tiene una importancia para la sociedad y para la política y aquí encontramos una ambigüedad -explicó-: por una parte, se ve que la religión se usa para defender posturas violentas, tal y como mostraron los hechos del 11 de septiembre de 2001, pero a la vez hay una conciencia cada vez mayor del valor determinante de la religión para la paz, la solidaridad y la convivencia entre las poblaciones". 

Por otra parte, monseñor Giordano destacó la creciente urgencia, en Europa, de respuestas sobre el sentido de la vida: "No debemos olvidar que, al menos en 15 países de Europa, el suicidio es la principal causa de muerte de los jóvenes", advirtió.

 


El observador permanente de la Santa Sede en el Consejo de Europa apuntó tres razones que justifican la enseñanza de la religión en la escuela en la actualidad: en primer lugar, que la religión es una ciencia que como tal tiene derecho a estar en el curriculum escolar. 

En segundo lugar, que se trata de una materia estudiada por un gran numero de ciencias, quizás como ninguna otra. Monseñor Giordano se refirió para ilustrarlo a la Historia de las religiones, la Psicología de las religiones, la Sociología de las religiones, la Fenomenología de las religiones, la Filosofía de las religiones y la Teología, entre otras. 

Y finalmente, "por la dimensión fuertemente educativa de la escuela es importante entender la vinculación entre educación, formación y religión", añadió. 

Por otra parte, destacó la necesidad de afrontar la manera de conciliar la enseñanza confesional con el pluralismo religioso de la Europa actual.

Por Patricia Navas